© Enrique Alcalá Ortiz

         En la tierra el sol robó sus rayos y la luna viendo nuestra pobreza, nos da como limosna su luz opaca y apagada.

         Luz de misterio y enamorados. Es de noche. Y es verano. A los acordes de una guitarra lejana, responde una voz desgarrada y sentimental cantando historias de amor y muerte.

         Un grillo, de vez en cuando, hace sonar también su monótona melodía, pero su canto es sólo de amor, ya que deja la muerte para los humanos civilizados.

         Sentado en un rincón de mi huerto, entre jazmines y amapolas, tejo un collar con destellos de luciérnagas y colores de arco iris.

         Deseo tratarlo con mucho cuidado, ya que tiene una fragilidad de vidrio. Quiero conservarlo puro de miradas curiosas que marchitarían su lozanía.

         Hoy mi olivo cumple años.

         Por este motivo, me he robado sueño para tejer este collar con destellos de luciérnagas y colores de arco iris.

         Este es mi regalo. Antes de que amanezca, me llegaré con pasos quedos, cargado con la escalera vieja de ocho peldaños y pondré este brillante collar entre tus ramas.

         Será curioso ver la cara de espanto y sorpresa de los pájaros madrugadores.

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