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12.017. NICETO ALCALÁ-ZAMORA Y FAMILIARES EN LA PRENSA CORDOBESA. (1888-1949)

 




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POESÍA DE ENRIQUE ALCALÁ ORTIZ - Chaparrada

06. DE LA CARNE DE MIS AGUAS (5)

© Enrique Alcalá Ortiz



 

21. AGUA CERRADA

 

                   I

         En esa fuente privada

no dejan beber a nadie

porque sus penas retrata.

 

         Cada vez más se agigantan

esos loros que no tienen

aires de vida en su alma.

 

         No dejan beber a nadie

esas mentes alocadas

y cuya vida Dios guarde.

 

         Cada vez más se agigantan

esos loros que no tienen

aires de vida en su alma.

 

                   I I

 

         ¿Qué habrá hecho esa agua

para que tenga cadenas

y para estar condenada?

 

         Poner cadena a la vida

es como comerse el aire,

como llover para arriba.

 

         Es como comerse el aire

tener la fuente escondida

sin que la disfrute nadie.

 

         ¡Qué tienen que condenarla

por haber nacido libre

sin que nadie le mandara!

 

         ¿Qué habrán hecho con el duende

que por las noches salía

con su trajecito verde?

 

                   III

         No irán ya esos chiquillos

que por las tardes jugaban

con sus risas y sus gritos.

 

         No beberán golondrinas

que hacen sus nidos de barro

en tejados y en esquinas.

 

         Y ese perro tan sediento

que en su camino tenía

el descanso del guerrero.

 

         Y esa hoja tan delgada

-que cayendo hace vaivenes-

­ya no tendrá almohada.

 

         ¡Qué las cadenas son malas,

y más si éstas sólo sirven

para encadenar el agua!

 

                   IV

         ¡Qué no saben lo que han hecho,

poner puertas y cerrojos

al que camina sediento!

 

         ¡Poner puertas y cerrojos

es un gran atrevimiento

que sólo tienen los locos!

 

         Porque el agua es para todos,

para beber, hacer barro,

o para lavarse el rostro.

 

         No para que pongan rejas

que son grilletes y herrajes

de un condenado a galeras.

 

                   V

         ¡Qué pena me da la fuente,

ay, qué penita más negra,

dieron curso a su corriente!

 

         ¡Ay, qué penita más negra

tengo yo por esa agua

que nadie podrá beberla!

 

 

22. EL PRECIO DEL AGUA    

 

         ¿Sabes mujer lo que cuesta

un vaso de agua?

 

         No te molestes en saberlo,

no vale nada.

Por mucho dinero en papel

o mucha moneda de plata

que tiren o acuñen

las fábricas

es un valor intangible

el agua

que cubre la tierra

en mares de agua salada,

en ríos de agua dulce,

en lagos de agua parada,

en nubes ya negras,

ya blancas,

o en penas del hombre

que muestran las lágrimas

que impresionan al momento

pero son olvidadas

sin saber el motivo

que hizo derramarlas.

 

         No tiene precio,

nadie nunca podrá tasarla.

Se podrá medir con pesas,

se podrá medir con básculas,

podremos,

si queremos, transportarla

en depósitos enormes

o en cántaras.

 

         Tan importante.

Sin ella no hay nada.

Incluso las armas

que vomitan fuego

cuando las disparan,

al final serán

sólo agua.

 

No te molestes en saberlo:

¡no vale nada!

 

 

23. LA FUENTE DEL PATIO

A Angelina González y Javier Matilla

 

         Se estremecen las avispas

con el agua de los caños.

 

         Surtidores de agua fresca

en los andaluces patios

cantan a las parras negras,

cantan a los verdes pámpanos,

de esas vides andaluzas

que sombrean los veranos.

 

         Blancas las paredes pinchan

desconchones calcinados

que reflejan luces pálidas

mientras se secan las manos.

 

         Un gato se acerca lento

con sus andares de gato.

 

         La fuente vibra de gusto

y va gotas salpicando.

 

         Se estremecen las calores

con el agua de los caños.

Quizá por eso las fuentes

se pusieron en los patios.

 

 

24. MENOS DARTE EL COMPLETO

 

         Se trajeron del monte,

del monte se trajeron

el varapalo duro

con el que te pulieron.

 

         Verde de olivo. Grises

de mudos escarmientos.

Rojizos y morados

te formaron el cuerpo.

 

         Amarillo y pajizo,

pardo de palo seco,

te dieron en la carne

para hacerte silencios

y trocar las ideas

que guardabas adentro.

Deseaban cambiarte

para hacerte de nuevo

y darte otros vestidos

que sirvieran de peto.

Que borraran ideas

y ataran esos sueños

que su mente dormida

no podría ni olerlos,

pues su vida de falsa

es camino de retro.

 

         Qué se traigan del monte

las ventanas a cientos,

para hacerte bermejas

ampollas en el pelo

y pintarte de azul

el rosa de tus cueros.

 

         Todo podrán pintarte

menos tus pensamientos

que serán siempre claros

pues limpios te nacieron...

Con dolor te machacan

sin partir ese entero

de dureza de tierra

y raíces de un pueblo

que exigen tener siempre

entre sus blancos dedos,

pues quieren que tú seas

lo mismo que son ellos.

 

         Qué se coman tus carnes,

qué machaquen tus huesos,

qué se beban tu sangre,

qué te den sólo negros,

-si quieren adelante-

­qué te hagan otro tiempo,

podrán si quieren todo

menos darte el completo

de un sentir que volando

derrama los sinceros

que taponan sus vistas

aunque se hallen muy lejos.

 

         Qué traigan todo el monte,

será un abono bueno.

 

         Todo podrán pintarte,

menos tus pensamientos;

podrán si quieren todo,

menos darte el completo.





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