© Enrique Alcalá Ortiz

La tarde se canta sola

-para que no se entristezca-

­unas coplas de campiñas,

soleadas y risueñas;

que hablan de los cortijeros

amores, con las mozuelas

lozanas, que saben bien

de amores en la seca hierba.

La tarde se duerme sola

arropada en las esencias

de las campiñas cercanas

soleadas y risueñas.

LAS FLORES DE MI EMPEÑO

Las flores matan su tiempo

hincadas sobre la tierra,

trayendo olor recoleto

que esparcen por el aire

y camina sobre el viento.

Las flores de puro bellas

han conseguido su empeño

de esculpir en mis memorias

lo grande de su concierto.

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