© Enrique Alcalá Ortiz

             A don Ángel Carrillo

¡Puro siervo de Dios, bendito seas!

Reviste mi mente con tu mirada

y cuando acaricies tu ocaso, veas

la Gloria, con gran ardor alcanzada.

Hombre de Hombres y Pastor, jardinero

de almas, tus ovejas rejuvenecen

y tus mejores mieses reverdecen

en el jardín de tu vivir austero.

Luz cristiana que brilla en el destierro

para poder vencer el tibio yerro

que el pecado del hombre ha derramado.

¡Salve, padre de padres sacerdotes!

Tus santas virtudes, las ricas dotes

que por tu querido pueblo has sembrado.

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