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56. Y EN LOS RINCOROS SE OYERON LAS COPLAS, LAS SEGUIDILLAS Y LAS SOLEARES (1)
A mis compañeros.
© Enrique Alcalá Ortiz
I
Estoy esperando que vengas
mientras me bebo las lágrimas
de este vino que me llena
de satisfacción el alma.
II
Tengo ganitas de verte
cubierta de velo blanco;
y con temblor en las manos
darme el gusto de quitarlo.
III Para que cante y no beba
dime si me quieres, chata,
porque si no he de cogerla
aunque sé que no te agrada.
IV
Aunque sé que no te agrada,
ven y dímelo, mi nena,
mira que si no, me matas,
y entonces he de cogerla.
V
Entre bromas y entre veras
las cosas se dicen francas,
porque al oírlas te ríes
y al enterarte te espantas.
VI
No me digas que el olvido
con sus manos te estrechó;
el olvido es un difunto
y de lo muerto huyo yo.
VII
Sobre tu tumba un altar
y sobre él, una plegaria
que invade tu blanco cuerpo
pero que no llega al alma.
VIII
Te encuaderné como un libro
que de usado se estropea;
pero hoy al verte de nuevo
pensé, que tú ya no fueras.
IX
Si rezas a todas horas
-santa muñeca de sal-
¿por qué cuando rezas lloras?
Dime, ¿rezar es un mal?
X
Tente quieta en el camino
de irás y no volverás,
pues si llegas y no vuelves
es mejor no caminar.
XI
Bajó la luna del cielo
para limpiarte la cara?,
una vez que estuvo limpia
la lunita te cantaba.
Y cuando ya estaba limpia,
la luna te la besaba.
XII
Blanca como la luna es.
Blanca como la nieve es.
Blanca como la plata es.
Di, ¿qué cosa es?
XIII
Tengo ganitas de verte
cubierta de velo negro,
por los ratos que perdidos
ahora se van muriendo.
XIV
Será como fuiste tú,
como yo era no seré,
y sin ser lo que sería,
lo que fuiste viviré.
XVI
Guardo dentrito muy dentro,
de tu boquita un adiós,
dentro, dentrito, muy dentro,
dentro de mi corazón.
XVII
Un consejo, dos consejos,
sumo ocho y hace diez,
por más que sumo consejos
de amarte no dejaré.
XVIII
Como el viento que se ve,
-porque camina sin patas-
en busca de no sé qué,
sin desearlo me matas.
XIX
Tienes la cara preciosa
y los labios de carmín;
yo te sueño mariposa
que volando vienes a mí.
XX
Tienes novios a millares
porque tienes pocos años.
Verás lo que son penares
cuando subas diez peldaños.
XXI
Era sin ser y no es,
porque fuera?, y no fue.
XXII
Te lo he dicho en mis canciones
y volvería a decirte
que en llevando yo razones
tendría, ¿por qué sufrirte?
XXIII
En los caminos del norte,
en los caminos del sur,
en los caminos del este:
mi camino serás tú.
XXIV
Anteanoche una canción
amanecía en mi boca,
soñadora de tus labios,
coloretes de amapola.
XXV
De rosa no te la des,
estrella de la mañana;
pues puede ser que un traspiés
la marchite tan temprana.
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