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OPINIÓN
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SEÑORES CONCEJALES, ¡ESTOY HARTO! (Por José Alfonso Jurado Ruiz. "Adarve", número 772, 1 de agosto de 2008, páginas 14 y 15).
26-08-2008

Vecina limpiando la suciedad,
Vecina limpiando la suciedad,

             Como cada año, el inexorable devenir del tiempo, los ciclos de la vida, me acercan a disfrutar lo que para mí es un privilegio. La luz, el calor, la vida en la calle del Sur de España. Siempre pensé que era un privilegiado por vivir en Andalucía, por ver aproximarse el verano, por oler las flores de los naranjos que poco a poco tornan las calles en un paraíso de los sentidos de este nuestro Sur. Pero desde hace algunos años, este privilegio, se viene tornando en una tremenda ansiedad. En un temor que cada año se acrecienta más, a la llegada de los fines de semana del verano. Y es que he caído en la desgracia de los señores políticos, señores concejales cuya únicas miras desde su poltrona es mantenerse en la misma, con medidas populis­tas y siempre pensando en resulta­dos electorales, antes que en el

bienestar de los ciudadanos. Al señor concejal de Tráfico y seguri­dad ciudadana, al señor concejal de urbanismo, los invitaría yo a pasar una noche de sábado en mi casa. O en la casa de cualquier vecino de la calle Río, Morales, Enmedio Palenque y aledaños. Porque la situación que venimos viviendo los vecinos, aquellos que pagamos los impuestos, en ocasio­nes desmesurados, como por ejemplo de recogida de basuras, como es mí caso en mi despacho profesional, estos vecinos venimos sufriendo la dejadez, la malas artes de estos señores que se llaman a sí mismos representantes del pueblo.

Y es que desde hace unos años, los abusos cometidos por los propieta­rios algunos bares ubicados en dicha zona, con insuficientes sistemas de insonorización, con aparatos de aire acondicionado instalados sin licencias municipa­les, con pubs cuyos propietarios abren sus puertas como señuelo para atraer clientela a altas horas de la madrugada, de manera que la música puede ser escuchada en toda la calle, no obstante estar ello prohibido, me han hecho llegarme a plantear irme a vivir a casa de algún familiar durante el fin de semana. Estas actitudes tienen plena indulgencia de estos "repre­sentantes populares" elegidos democráticamente. Siendo aproxi­madamente las 3 de la madrugada, de hace un par de sábados el ruido de la calle era infernal. Y eso que vivo en una cuarta planta. Personas bebiendo en la calle, menores sentadas en el escalón de entrada de mi casa, con su cubali­bre en la mano. Me llamó la atención, toda vez que una de ellas era hija de un conocido. Las puertas de uno de los bares abierta, con la música a todo volumen estando el bar absoluta­mente vacío. Terrazas sirviendo copas y con música, cuando el horario de las mismas les permite estar abiertas solo hasta las 2 de la madrugada. Jóvenes, como he dicho, bebiendo en la vía pública, como después pudiera corroborar la policía local. Como consecuencia de ello, me decidí a llamara a la Policía. A los pocos instantes se personaron en la calle Río. Y reci­bieron respuestas del tipo de que es el negocio de los que lo regentan y no pensaban bajar el volumen de la música. Respuestas similares a las recibidas por mí en su día de algún propietario de estos establecimientos, comentán­dome que les parece muy bien que en mi bloque los vecinos tengamos derecho a descansar por la noche, pero que ellos tienen un negocio, amparado por una licencia municipal, que dudosa­mente cumple con los requisitos, y les puedo asegurar señores míos, que esto quedará demostrado en las instancias oportunas; y que en consecuencia no mueven los aparatos de aire acondicionado, ni bajan la música, ni dejan de molestar a los vecinos. Al día siguiente acudí a la Jefatura de la Policía local, y allí fui informado de que la misma se había personado en los locales, pero que dueños hicieron caso omiso de las indica­ciones de los agentes. Y ello funda­mentalmente porque tales propietarios son conscientes de que no van a ser sancionados, toda vez que dichos expedientes, que debieran ser sancionadores, no se instruyen. ¿Qué está ocurriendo aquí? Lo que es cierto es que una tremenda sensación de indefen­sión me embargo aquel día. De indefensión frente a los que cada noche de cada fin de semana per­turban con sus voces mi sueño y el de muchos ciudadanos de Priego. Indefensión frente a los políticos que no adoptan ningún tipo de medidas al respecto, porque ello puede implicar perdida de "popu­lismo".

Señor concejal de Tráfico y Seguri­dad ciudadana, ¿Conoce usted las Ordenanzas Municipales de policía y Buen Gobierno de esta ciudad? ¿Sabe usted de que fecha datan? ¿Sabe usted que la sanción por orinar en la calle asciende a no más de 5 pesetas? ¿Piensa usted que tales Ordenanzas del año 1953 son adecuadas a los tiempos en que vivimos? Pero más sorpren­dente aún, señor concejal de Segu­ridad ciudadana ¿Por qué no se instruyen los expedientes sancio­nadores relativos a este tipo de actividad? ¿Qué intereses se ocultan tras esta inactividad? Porque de haber algún tipo de intereses, por su parte o por parte de algún funcionario bajo sus directrices, que obstaculizaran que tales expedientes se tramiten, estaríamos hablando de un asunto muy serio, de una actitud rayana en algún tipo penal. Lo cierto es que tengo constancia de denuncias formuladas incluso de oficio por los propios agentes de la policía, y que nunca llegan a resol­verse. Y eso en nuestro ordena­miento jurídico tiene nombre y apellidos. Por cierto, de la famosa Ley antibotellón no hablamos. Mejor será. Porque ustedes lo quitaron de la Fuente del Rey pero cada día del fin de semana, lo tenemos en la calle Río, Morales, Enmedio Palenque, Antonio de la Barrera, Horno Viejo. Ante su impasibilidad. El artículo 1 de la Ley de la Comunidad Autónoma de Andalucía 7/2006, de 24 de octubre, sobre potestades admi­nistrativas en materia de determi­nadas actividades de ocio en los espacios abiertos de los munici­pios de Andalucía dice que La presente Ley tiene por objeto la ordenación de potestades administrativas relacionadas con el desa­rrollo de determinadas actividades de ocio en los espacios abiertos de los municipios de Andalucía, al objeto de garantizar el normal desenvolvimiento de la convivencia ciudadana y corregir activida­des incívicas incompatibles con la normal utilización de los espacios abiertos de los núcleos urbanos.  Dicha Ley impone sanciones de hasta 60.000 euros por las infrac­ciones que en la misma se regulan. Y establece la responsabilidad soli­daria de los propietarios de los establecimientos que colaboren en las actividades calificadas como tales infracciones.

Señor Vicepresidente de la Geren­cia de Urbanismo, hay vecinos del bloque de pisos en el que vivo, que han tenido que abandonar su vivienda, sí, irse a vivir a otro sitio, porque les era imposible vivir en un piso en el que los objetos se movían de las vibraciones de la música de estos bares. En su área se tiene constancia de que algunos de los establecimientos de los que hablamos tienen instaladas mas­todónticas máquinas de aire acon­dicionado en patios de luces comunes a dos bloques de pisos, haciendo imposible la habitabili­dad de las viviendas más cercanas a tales máquinas, y además instaladas sin licencia municipal. Y de la contaminación acústica de la calle, así como de los locales, los cuales carecen de insonorización adecuada, pues para que fuera tal, deberían tener insonorizado hasta el suelo, y ello también me costa que no lo está pues la inversión es muy elevada. En mi casa desde hace más de cuatro años es impo­sible dormir por el ruido de la música y de las máquinas, repercu­tiendo ello incluso en el estado de salud de algún miembro de mi familia.

Señores concejales, ¿han tenido ustedes conocimiento, entre otras muchas, de la sentencia del Tribunal Supremo por la que se condena al Ayuntamiento de Vélez-Málaga a pagar 156.260 euros en concepto de indemnización a cada uno de los 18 vecinos del Conjunto Ipanema que denun­ciaron a la institución por no poner fin a la contaminación acústica que padecían en sus viviendas a causa del ruido que emitían diversos locales de la zona de ocio de El Copo? Desde aquí hago un llamamiento a todos los vecinos afectados para que no se encuentren con la misma sensación de indefensión con la que yo me encontré. Son muchas las sen­tencias por las que se condenan a los Ayuntamientos por actitudes como las que venimos sufriendo, al pago de cantidades elevadísimas. Son diversas las resoluciones

judiciales por las que se han con­denado a concejales de diversos Ayuntamientos de este país por no tramitarse las denuncias relativas a este tipo de situaciones, a la pena de prisión. 

         Desde aquí les animo a que ejerzan sus derechos de ciuda­danos, sus inalienables derechos a dormir por la noche, a descansar, a no ser insultados por jóvenes ebrios al entrar a su casa por la noche, a no pisar vómitos y orines al salir de su casa por la mañana, a que no les rompan los cristales de sus puertas o ventanas. A que denuncien sistemáticamente estas

situaciones. La justicia nos ampa­ra, aunque la política nos pretenda tener desamparados e indefensos.


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