Las ONG y colectivos sociales de la provincia han visto como las peticiones de ayuda se han duplicado desde que la recesión comenzó a despuntar.

Así, en Montilla, la situación de penuria va «in crescendo», según la tesorera de Cáritas, María Espejo. «El otro día tuvimos que hacer más de 300 bolsas de comida, pues entregamos dos a cada familia frente a las 80 que dábamos el año pasado», explicó.

Tanto ella como el presidente, Carlos Rubio, subrayaron que, en menos de un año, «estamos desbordados por que se han duplicado las peticiones y bastante, al haber pasado de cien a más de 200».

La mayoría de las peticiones, de las que el 80% son de ciudadanos rumanos, intenta también agotar otras vías como las que ofrece la Asociación Montillana de Atención a Inmigrantes (Amais). La técnica de esta entidad, María de la Luz Meléndez, reconoció que se «se han incrementado entre un 50 y un 60% para que se les ayude en los alquileres o bien en buscar trabajo».

La realidad es idéntica en la localidad de Puente Genil, donde los Servicios Sociales Comunitarios, Cáritas y Cruz Roja han hecho una piña para prestar su ayuda a los más desfavorecidos. Entre las iniciativas llevadas a cabo, han puesto en marcha un banco de alimentos que reparte productos no perecederos los martes y miércoles, con previsiones, en principio, hasta final de año.

El presupuesto para alojamiento alternativo ya se ha agotado, puesto que la demanda ha crecido un 92,5 por ciento.

La demanda creciente de ciudadanos sin recursos y en paro con necesidades básicas sin cubrir se hace palpable en las sedes de los diferentes colectivos asistenciales y en Servicios Sociales de Lucena. En el municipio existen cuatro Cáritas parroquiales.

Última salida

Desde Cáritas de la parroquia de San Mateo señalaron que en cada reparto, que realizan dos veces al mes, se incorporan al menos a las colas de peticionarios cinco familias nuevas.

En Pozoblanco, la crisis ha provocado un incremento de las demandas de ayudas en Cáritas de un 40 por ciento en el último año. El presidente de la fundación en esta localidad, Isaías Plazuelo, asegura que «la perdida de empleo está dejando sin ingresos a muchas familias que no tienen medios para vivir».

El factor más significativo es que la crisis está cambiado el perfil de las personas necesitadas. «Antes eran sobre todos inmigrantes; ahora son familias enteras y vecinos que se han quedado sin empleo, ya que muchos extranjeros, sobre todo rumanos, han vuelto a su país por la falta de oportunidades», dijo.

No sólo se piden alimentos o trabajo. En muchos casos, como resalta Pedro Castellón, miembro de Cáritas Interparroquial de Palma del Río, «nos piden dinero para pagar el recibo de la luz o el butano».

En este municipio, la relación de beneficiarios y de peticiones de ayuda ha aumentado un 30 por ciento con respecto al año 2008. Concretamente, durante este año se han atendido a 90 familias. Castellón resaltó que «la época más cruda es el invierno».

En Aguilar de la Frontera, desde que comenzó la crisis económica, la oficina de atención de Cáritas ha dado un vuelco en su número de atenciones. Así, mientras que antes sólo se dedicaba a atender a transeúntes y a un número mínimo de familias cada mes, ahora son unas cien personas mensuales las que se pasan para demandar ayuda con carácter fijo.

Según indicaron, de esta cifra tan sólo un 15% son inmigrantes, mientras que el resto son aguilarenses que se han quedado en paro y no pueden salir adelante con el dinero de que disponen.

También se da el caso de pensionistas que requieren ayuda porque deben mantener con su mínima pensión a hijos o nietos que están en el paro sin cobrar ninguna prestación.

La situación en Priego también es crítica. Cáritas está atendiendo a más de 1.020 familias, lo que supone más de 2.200 personas afectadas por esta situación. Y la cifra sigue aumentando. En apenas un año, esta ONG ha duplicado el número de personas que atiende.

Esta asociación ha tenido que pagar hasta facturas de gafas, porque hay residentes que ni siquiera se pueden permitir ese gasto.

La situación de crisis también pasa factura a los ciudadanos de la comarca del Alto Guadalquivir, que se han visto obligados a refugiarse en la caridad de las distintas delegaciones de Cáritas de Adamuz, Cañete de las Torres y Montoro.

En esta última, en diciembre de 2008, se registraron un total de 300 personas solicitantes de comida y ropa, pasando en este mes a prestar ayuda a más de 1.500 necesitados.

En Cabra, la crisis ha provocado que el banco de alimentos del colectivo Cabra Solidaria haya tenido que triplicar la ayuda que ofrece a egabrenses con problemas económicos. Y es que en estos momentos se vienen repartiendo alimentos a unas 140 familias una vez al mes, lo que a su vez provoca que la entidad haya tenido que superar diversos problemas ante la falta de víveres que llegó a producirse a principios de mayo.

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