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PERSONAS
Alergias


ADIÓS A LA ASFIXIA Y LOS PICORES. (A.R.A. "Córdoba").
23-03-2010

José Palomar. (F. Sánchez Romero).
José Palomar. (F. Sánchez Romero).

 

José Palomar lleva 20 años vacunándose contra su alergia a las gramíneas y el olivo y gracias a su constancia en el tratamiento ha conseguido controlar la enfermedad.

José Palomar tiene 54 años y lleva unos veinte en tratamiento contra su alergia al olivo y las gramíneas. Todavía recuerda con angustia los primeros episodios en los que la enfermedad se manifestó. "Todo comenzó con la llegada de la primavera, yo tenía treinta y pico años, de un día para otro empecé a tener congestión nasal, rinitis, episodios de asma y ahogos muy fuertes, se me ponían los ojos como tomates y sentía fuertes picores en los oídos y en el cielo de la boca, era algo insoportable", explica José, que tardó un año en acudir al especialista. "Al principio, crees que es un refriado mal curado, te pilla de sorpresa y no reaccionas, esperas a ver si se te pasa... hasta que ves que la cosa va a más y tienes que ir al médico".

 

Bajo control

A José Palomar la vacuna le cambió la vida. "Fue algo radical, pasé de asfixiarme literalmente a tener unos síntomas mucho más controlados y llevaderos". Natural de Priego de Córdoba, ha pasado media vida rodeado de olivos hasta que hace ocho años se mudó a Granada. A pesar del traslado, sigue acudiendo al mismo especialista, en el hospital Reina Sofía, donde esta semana ha recibido la última dosis de vacuna de este año. "He mejorado bastante, aunque no sé si se debe solo al cambio de residencia", comenta, "de todas formas, cuando eres alérgico donde mejor estás en la playa, cuando estás junto al mar se te quita todo".

Según los médicos, la evolución favorable de su diagnóstico ha sido posible en gran medida gracias a su constancia en el tratamiento. "Para controlar la alergia, siempre te dicen que no puedes descuidar ni la medicación que tomas ni las vacunas que te correspondan y en eso siempre he sido muy meticuloso". Es la única manera de que la dolencia se cronifique porque "una vez aparece, nunca se va", asegura.

La influencia genética en el factor hereditario de la alergia se refleja en su hijo menor, sensible también al polen de las gramíneas y el olivo. "Ahora tiene 16 años, pero empezó a tener los primeros síntomas cuando tenía dos añitos. Desde entonces, recibe un tratamiento con el que nota los efectos cuando llega la primavera", comentan al unísono José y su mujer, sufridora paciente de los alérgicos de la familia. "De pequeño, tenía resfriados continuos, luego empezó con los picores y entonces lo llevamos al médico", añaden. Como en la mayoría de casos detectados en la infancia, la detección precoz ha sido bastante eficaz.

Ahora, padre e hijo temen las horas extremas del día. "Por la mañana, al amanecer, y por la tarde--noche, la concentración de polen es mayor y el que los alérgicos notamos el cambio".


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