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Las clases llenas de niños huelen a ángeles bautizados.
El niño es ángel.
El niño, dinero en letras con vencimiento.
Contable de sus juegos. Sus trabajos. Mariposas sin alas.
Cristal de bohemios. Risas de lagartijas. Sus ilusiones.
Poetas sin quererlo. Ruiseñores de su primavera.
Búhos sin quererlo de la nuestra.
Las clases llenas de eneros. Las clases llenas de aes.
Ausentes de zetas. Las clases llenas de unos.
Ausentes de infinito. Llenas de risas sin interés.
El niño prestidigitador de su raza.
Ahora es futuro, mañana será presente.
El hombre.
Ángel caído. El hombre demonio.
Raza de caimanes que vive en el aire cenagoso. Fiera.
Exportador de tristeza. De desengaños. De miseria. De barro.
Importa recuerdos. ¡El pobre!
El hombre, nevera de años.
Condensador de días, de meses, de arrugas, de aire.
Repetidor de añoranzas juveniles.
El dinero su rey. El placer su dios. Su existencia.
El tiempo su recuerdo. El tiempo su misterio.
El tiempo su infierno.
El tiempo su infierno.
Su infierno el paraíso del tiempo.
Un mañana lejano los niños no dejarán de serlo.
Se cubrirán con la concha de su infancia.
Vivirán alimentados por los pechos de la alegría.
Jugarán a pastores en el día. Apacentando un mensaje de paz.
¡Paz! ¡Paz! ¡Paz! ¡Mensaje santo! ¡Mensaje de amor!
No habrá noche. La noche es el tiempo.
La adultez con harapos, con botas rotas, lejana, lejana.
Fabricarán receptores de radio
y televisión para recoger su infancia.
Transmisores para emitir el misterio
de la naturaleza niña.
La naturaleza infancia. ¡El paraíso!
No se crecerá. ¡Es la gloria!
El paraíso gloria.
El paraíso infancia.
El paraíso sin edad. Sin cronología.
El paraíso puro en risas.
El paraíso inocencia.
El paraíso sin tiempo.
¡Naturaleza Niña! ¡Naturaleza Infancia!
El nombre de adultos
‑tristeza‑
no será ni siquiera un nombre.
No existirá. No será ni siquiera nada. No tendrá es.
¡Sin es! ¡Sin es! ¡Sin es! ¡Sin es!
Las clases llenas de infancia sin su tiempo.
El tiempo es sólo la adultez.
La Naturaleza Infancia, sin su tiempo, será el paraíso.