POESÍA DE ENRIQUE ALCALÁ ORTIZ - A ritmo de muecas
16. SONROJOS

© Enrique Alcalá Ortiz



Nadie se sonroja

incluso ni ante su propia envoltura

de animal madriguero.

Antes bastaba que alguien te dijera

"Buenos días"

para sentir una congestión

que se manifestaba sonrosada

en la cobertura epidérmica que nos retiene.

Parece como si ya

no tuviésemos sangre roja

y la hubiéramos sustituido

por un chip electrónico

para quitarnos la vergüenza de en medio.

(Sangre verde de billete

si hay según me dijeron el otro día en la plaza.)

Leí ese mismo día

por la tarde:

"Los que se enrojecen

es porque tienen pudor".

Si esto es cierto

quiero pensar

que el hecho de que nadie se ponga colorado

es debido a que no hay vergüenza.

Pero no lo pienso

¿Sabes tú la causa?

Escribe lo que sepas

al buzón abierto.

Allí leeré tu respuesta.