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Porreando vas, porrero,
-amigo del chupetón-
chupador de la esperanza,
de la dicha buscador.
Que te dé esa emoción
que en tus venas se recluye,
y provoque una explosión
que derrita tus entrañas.
Te dé la satisfacción
que no encuentras, que no hallas
y que tu ojo nunca vio.
Si sueñas con las volutas
que tu boquita expulsó,
ves en ellas paraísos
de un mundo que no existió
y desconocidos éxtasis
de una vida ya mejor.
El humo se hace un eco
que nueva fuerza inyectó.
El viaje es una delicia
que te llena de temblor.
La dosis es un anuncio
que los ojos ensanchó.
Pirámides se hacen cubos
dentro de tu pantalón.
Si en ese chute, chutero
llega la degradación,
amigos de cuatro patas
de calidad superior
encontrarás que te ayuden
y te den la salvación,
que tú no pudiste nunca
encontrar, que te faltó,
que buscas en ese porro
con verdadera fruición,
esperando ver quemada
la infancia de represión,
que hizo de ti un fumata,
un camello, un fumador
que consume toneladas
de espeluznante sabor.
Porreando vas, porrero,
-droga hundida en el pulmón-
enganchado en ese curro
que tu vida transformó.
Si forma nubes la noche,
el porro nubes te dio.