POESÍA DE ENRIQUE ALCALÁ ORTIZ - La pasión cofrade de Priego
06. EL CIELO SE CUBRIÓ DE NUBES
Nazareno.

 (c) Enrique Alcalá Ortiz



Hablar de Jesús Nazareno

es hablar del pueblo mismo.

En Priego se hizo su cara

espejo de los vecinos:

en su rostro nos miramos,

con su manto nos cubrimos.

 

La condena se hizo firme

y sobre sus hombros mismos

le colocan el madero

y da comienzo el camino

que llevará al Calvario

a este Jesús hecho Cristo

donde se consumará

el más horrendo deicidio.

 

El pueblo cubre las calles

esperando el sacrificio

en las Pascuas que hacen sangre

en ese pecho divino

y del que salieron tantos

y tan buenos beneficios.

 

Hace unos días las palmas

y las ramas del olivo

le daban como ofrendas

al que era su caudillo.

Hoy, pocos mueven un dedo.

Verónica le ofrece un lino

en el que se grabó el rostro

como prueba de cariño.

En las mujeres del pueblo

las lágrimas se hacen ríos.

 

Como ven que se les cae

y quieren que llegue vivo

hasta la cumbre de Gólgota,

contratan a un campesino

llamado "El Cirineo".

Luego le darán un botijo

del que beberá vinagre

y con el sabor de este líquido:

"¡Padre,

en tus manos encomiendo

el espíritu de tu Hijo!"

 

El cielo se cubrió de nubes

y un silencio no oído

se implantó en las gargantas

que allí habían subido.

Y para justificarse

Pilatos puso un escrito

en la cima de la cruz.

Sobre madera de pino

colocaron el letrero

que era un desafío

para que todos lo vieran:

"Jesús, rey de los judíos".

 

Hablar de Jesús Nazareno

es hablar del pueblo mismo.

En Priego se hizo su cara

espejo de los vecinos:

en su rostro nos miramos,

con su manto nos cubrimos.