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Incluso antes de llegar
la risa
ya reía a carcajada dolida.
Todo el vientre llovía
convulso mirando
cómo mi boca abierta
enseñaba mis dientes de deleite.
Expiaba sonrisas consoladoras
mientas mis ojos abrían aguas
que surcaban mi cara contraída.
Buscaba alborozos
que se escapaban a mis deseos.