CANCIONERO POPULAR DE PRIEGO DE CÓRDOBA - Paisaje de flora y agua en "Juanita la Larga" de Juan Valera y en el Cancionero
10. EL SABER POPULAR DE UNA CRIADA CANTAORA
El Cancionero como manifestación del pueblo.

© Enrique Alcalá Ortiz



Don Paco tenía una hija que logró casar con don Álvaro Roldán, caballero ennoblecido, con la casa mayor del pueblo con portalón y un hermoso jardín, además con un corralón donde se encerraban variados animales, incluso exóticos.

         De los numerosos criados, la favorita, "llamada Serafina, era una verdadera joya, lo que se llama un estuche. Sabía tocar la guitarra rasgueando y de punteo; cantaba como una calandria, tanto las melancólicas playeras como el regocijado fandango. Su memoria era rico arsenal o archivo de coplas, tiernas o picantes (...)"

         Valera aquí pone de relieve un hecho singular, después demostrado por investigadores como Manuel Alvar y que nosotros hemos constatado en muchas ocasiones cuando en la década de los ochenta hicimos la investigación de campo recogiendo coplas de tradición oral. Ha sido la mujer, con su sensibilidad y memoria, la correa de transmisión de todo el corpus del Cancionero. Sin ellas casi todas las coplas estarían perdidas. En la Subbética, no hemos encontrado muchas "Serafinas", destacadas por su venero  de canciones que me recitaron a cientos y millares, y esto no son exageraciones andaluzas. Los tomos publicados son una prueba contundente. A ellas, pues, le debemos el disfrute del Cancionero. Con toda razón, ellas cantan:

 

Tengo mi pecho de coplas

que parece un hormiguero,

batallan una con otras

a ver cual sale primero.

              *

Si tuviera cantando

años, semanas y meses

nunca cantaría yo

una copla por dos veces.