CANCIONERO POPULAR DE PRIEGO DE CÓRDOBA - Murgas y estudiantinas de Carnaval de antes de la guerra
07. ORQUESTA SINFÓNICA DIRIGIDA POR EL MAESTRO SOTO
Anecdotario variado.

© Enrique Alcalá Ortiz



1363

Somos unos desgraciados

cansaditos de vivir,

venimos de dar un concierto

a aquél que nos quiera oír.

Hemos recorrido el mundo

y hemos llegado a Zuheros,

y aquel buen señor Alcalde

nos puso camino Priego.

No sabe usted las fatigas

que en esta vida se pasan,

cuando coge uno el violón

y se marcha de su casa.

Una noche que Tutela

se metió malo en la cama

y hubo de darle ajonjeras[1]

para que no reventara.

Estuvo el pobre tan malo

que me cogió una ulcera

que me llenó cuatro bacines

y más de diez escupideras.

Aquello todo era mierda,

ya no teníamos donde echar

lo que Tutela echaba

por el agujero de atrás.

Cuatro días estuvo en cama

el pobrecito asustado,

fue a verlo el veterinario

y al ver que estaba morado, dijo:

"Que administren a este hombre

que pronto estará enterrao".

Ya precipiaron los llantos,

ya vinieron las carreras

de ver que se iba a morir

el pobrecito Tutela.

Qué alegría fue la nuestra

cuando el "Choli" vio con maña,

que todo había sido un follón

que me había cogío en la Parra

este tío sinvergonzón.

Si lo que digo es mentira

aquí está Rompe y Maera,

si no ha costao diez mil duros

la enfermedad de Tutela.

Vámonos ya para Priego

-dijo nuestro director-

­que no tenemos dinero

para comprar un jamón,

y aplacarle a éste el hambre

que ha sacado del follón.

Atravesando los bosques

y la sierra de Hornachuelos

se acabó nuestro viaje

al llegar a nuestro pueblo.

 

1364

(Música de María de la O.)

 

Por tu carita, Tutela,

y por tus labios de grana,

y por tu cuerpo

lucí calcetines de seda,

sortijas de lata.

Un beso que te pida,

un beso que me das,

porque tu boquita

es muy resalá.

Te envidia la gente,

lo andan diciendo,

y yo que lo oí,

porque tienes gracia,

tú con esa mano de violín.

 

María de la O,

que desgraciaíta,

que estás en casa

sin comer jamón.

 

Te quieres reír,

pero de esta forma

sin comer caliente

te vas a morir.

Maldita mujer,

que por tu culpita

siempre estoy borracho

bebiendo Jerez.

 

Castigo de Dios,

castigo de Dios,

que por tu culpita

pasamos el día

tocando el violón.

  

1365

En medio del Palenque

 

En medio del Palenque

-que mire usted, que escuche usted-

­cayó Maera.

La guasa, la guasa, la guasa, la guasa.

 

Se levantó corriendo,

-que mire usted, que escuche usted­-

se fue a su casa.

La guasa, la guasa, la guasa, la guasa.

 

Cuando llegó a su casa

-que mire usted, que escuche usted-

­pues encontró,

La guasa, la guasa, la guasa, la guasa.

 

Que estaba allí Tutela

-que escuche usted, que mire usted-

­con Violín.

La guasa, la guasa, la guasa, la guasa.

 

Salimos de viaje

-que mire usted, que escuche usted-

­para Zagrilla.

La guasa, la guasa, la guasa, la guasa.

 

Llegamos amaneciendo

-que mire usted, que escuche usted­-

a la de Almedinilla.

La guasa, la guasa, la guasa, la guasa.

 

Empezamos tocando

-que mire usted, que escuche usted­-

con mucho esmero.

La guasa, la guasa, la guasa, la guasa.

 

Y aquella gente

-que mire usted, que escuche usted­-

nos manda a Priego.

La guasa, la guasa, la guasa, la guasa.

 



[1] ajonjeras, planta de raíz fusiforme, hojas espinosas y flores amarillentas, de donde, por maceración, se saca un ungüento.