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Su poema ?Bartolo? es uno de los más destacados y famosos. Dos gitanos en la feria son abordados por una pareja de
EL PASADO Y PRESENTE POLÍTICO
El Peñón de Gibraltar como espina clavada en el corazón de todos los españoles aparece en una ocasión. Su patriotismo, lo defiende con el humor que le caracteriza. Los aduaneros descubren a un contrabandista con ?piedras de encendedor? y éste alega que lo hace por patriotismo y para evitar las guerras, puesto que de esta forma, sacando ?piedra a piedra?, se acabará algún día con la roca y ésta será española.
La herencia de la guerra civil, con toda lógica, todavía estaba en su recuerdo y así le achaca a los ?rojos? la causa de un pequeño revés. Se expresa así cuando no encuentra la pluma con la que habitualmente escribe:
Acaso sería algún «rojo»
quien la pluma me robó
o como tenía el clip flojo
la hubiese perdido yo
(lo del hurto fue un antojo).
Alguna vez que otra apareció su figura dentro de un grupo en las páginas del ?Adarve?, si bien en el extraordinario de feria del año 1954, para ilustrar una composición, se publicó una foto suya recitando en la boda de la hija mayor del director del periódico, José Luis Gámiz Valverde. Le llegaron unos comentarios sobre su parecido con Manuel Azaña, segundo presidente de
COSTUMBRISMO
Sus referencias al tabaco son variadas. Chicos con poca edad que se acercan al hábito. Y a amigos algo ?frescos? que dan mil rodeos con preguntas para sacar un cigarrillo al amigo.
Dedica unos piropos a las casas que tienen patios con frases ponderando su belleza. El patio del hotel Los Naranjos, bar El Águila, Farmacia, o de casas particulares como la de Arturo Hernández o de los Gómez, para finalmente sacar el ?patio? del bar Gasógeno, donde iban los cazadores a contar mentiras, o el ?patio? de Banco Central ?donde puedes plantar dos o tres millones sin temor al temporal?.
Las visitas de cumplido es otra de las costumbres que ataca. El hecho de llegar el matrimonio a una casa y estar con la señora, -el hombre casi siempre está fuera-, hablando horas y horas criticando esto y aquello lo enerva, pues considera el tiempo perdido. Pide a todos los maridos que pongan veto a costumbre tan nefasta.
Los requiebros de los mozos a las mozas que circulaban por la calle. Los había de todas clases: vulgares, poéticos, ingeniosos y a veces, pornográficos. Costumbre generalizada que poco a poco se fue extinguido con el cambio de costumbres y el aumento de
Nos habla de la neurastenia como sinónimo de depresión, una enfermedad tan habitual en nuestros días. Pone de manifiesto, con bastante ironía, que la neurastenia es propia el ?señorío, puesto que si ataca a un pobre, ése está loco perdío?.
Las costumbres funerarias son motivo de crítica en varias composiciones. No estaba de acuerdo con ellas. Sobre todo, la prisa que se daba la gente en despedir al muerto a quien acompañaban hasta el cementerio y ahora lo despedían en
Nos cuenta que al año de un deceso, la familia del desaparecido hace un funeral e invita a familiares y conocidos. Critica como la mayoría de los hombres, ?que acuden a cumplir y a que los vean?, se quedan en la puerta de la iglesia conversando, fumando, criticando, o contando chistes, esperando que la misa termine para entrar en templo y ser visto por la familia.
Critica en otra ocasión las tertulias, poco devotas que se formaban en el interior de la iglesia durante la celebración de la misa de doce y el hecho dejar los sombreros amontonados en uno de los altares.
Ya hemos comentado su pertenencia activa a varias cofradías de la localidad y la laboriosidad de varios ornamentadores de retablos en las fiestas de mayo. Por estos tiempos, José Ortiz Serrano, Parra, alguna que otra dama y él mismo son los que se desvivían por poner miles de claveles para las fiestas, y como tras éstas, todo iba a la basura. Concluye, que no se hacía por devoción, sino por ?clavelomanía?.
En otra composición critica abiertamente la rivalidad existente entre las hermandades de
Otra de las devociones que pone en solfa es el septenario y procesión que por estos años realizaba la cofradía de los Dolores en el mes de agosto a la que nadie acudía, sólo algunas niñas. Resalta la ausencia de los hermanos y hermanas que no suelen acudir, según era su obligación. Por entonces, nuestro poeta era miembro directivo de la hermandad a cuyos miembros critica.
En Otro cantar nos cuenta la polémica existente dentro de
Sin embargo, a los hermanos de
Su ?última voluntad? no deja de ser un acto de rebeldía contra las costumbres imperantes en su época. No quiere velatorio, ?porque es un jolgorio?, ni que lo líen en la sábana, deben vestirlo de penitente, ni novenarios, ni rezar en la ermita del Calvario. La caja, será decente, pero no ostentosa y entierro de un solo cura, y así lo que se ahorren en pompas y funerales que se lo den a los pobres. Deseos para su tiempo totalmente revolucionarios y atrevidos.
El hábito de beber, por este tiempo ?cosas de hombres?, sale muchas veces en sus composiciones. En una de ellas con gran ingenio, detalla los nombres de los bares existentes en el pueblo como Cristóbal, Vidal, España, Adán, Exprés, Gasógeno, Patria, Águila, Vela, Triunfo, Pulido, Andalucía, Atranque,
Hasta se atreve a dar una sencilla receta de cocina a base de naranjas, bacalao, pan tostado y aceite, o sea, el remojón, clásico, entre los clásicos.
En Coplas supersónicas para discos microsurco nos critica a la juventud que lleva camisa con cuadros a lo persa, pantalón ?a lo texa? y el pelo desaliñado; a los gamberros que forman alboroto y al Casino que ponía una caseta en el Paseíllo muy deteriorada los días de Feria, así como a los socios que se juntaban para criticar y murmurar, o bien a otros, ?los mirones?, que ni jugaban, ni dejaban jugar.
Conocida su facilidad para esta crítica sana, varios socios del ?Círculo Mercantil?, también le escriben señalándole algunos detalles con los que no están de acuerdo en su sede para que los critique.
Pero no todo son críticas, también tiene palabra de apoyo para el novillero prieguense Aguilera, al que le desea los mayores éxitos, que finalmente no consiguió.