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Así como el año 22 fue un año estrella por la cantidad de páginas que llena
Podemos decir que en 1924 se recupera la estadística de fechorías. De entre ellas destacamos el asesino en la finca
Se dio aviso al Juzgado correspondiente. Se forzó la puerta. El pobre anciano se encontraba muerto; la cabeza la tenía destrozada a hachazos. Las dependencias de la casa se hallaban en desorden. El móvil del asesinato, aparentemente era el robo. Días más tarde detienen al autor del asesinato.
Un chico asalta un cortijo. Ya dentro encendió un candil, se comió unos trozos de jamón y chorizo y forzando un arca cogió un traje, se quitó lo que llevaba y se colocó el sustraído. Al salir varios operarios de la finca se dieron cuenta y lograron maniatarlo. Y así se lo entregaron a los guardias.
Un vecino de Priego recibe un anónimo exigiéndole, bajo amenazas de muerte, que depositara un billete de cien pesetas en una caja de cerillas, al pie de una cruz que existe en el paseo de Colombia.
A los habituales pequeños robos de aceituna, leña y prendas de vestir, se une en el año 1925, el robo en una fábrica de curtidos de seis pieles ya curtidas de becerro de becerro blanco.
Al vecino de Priego don Francisco Carrillo Gámiz, que se hallaba de temporada en su finca Memoria, le enviaron un anónimo en que se le exigían 3.000 pesetas, las que tenía que depositar bajo sobre en el paraje de su finca llamado
En Almedinilla se presentaron dos individuos que desde el primer momento despertaron las sospechas de las fuerzas del benemérito instituto. Los detuvieron y los interrogaron. Dijeron llamarse Antonio Romero López y José Lara Olmo, naturales de Aguilar y Castillo de Locubín, respectivamente, reclamado el primero por el Juzgado de Instrucción de Fuente Obejuna en sumario que se le instruye por el delito de hurto. Su acompañante confesó que había extinguido condena por el mismo delito. Estrechados a preguntas, confesaron que eran profesionales de robo de ganados y que estaban complicados en el robo de ocho toros perpetrado en
Añadieron que el robo lo cometieron en la noche del 6 del actual en un cortijo de las inmediaciones de Peal de Becerro (Jaén) y que al ser sorprendida la cuadrilla por
Lo más destacado del año 1926 fue la detención en Zamoranos (Priego) de Rafael Flores Reina (a) El Vasija y Rafael Serrano Ruiz (a) El Velaor, a los cuales les fueron intervenidas cuatro caballerías, las que habían hurtado en la serranía de Montoro y en una finca de las inmediaciones de Bujalance, respectivamente. Y el robo a mano armada de tres individuos que consiguen llevarse dos jamones de un cortijo. Lo demás, pequeños robos de supervivencia como algodón en una fábrica de tejidos, aperos de labranza, bellota, alguna que otra gallina, algo de metálico, las aceitunas de siempre por eso de quién le pone puertas al campo y leña para amortiguar los crudos días del invierno.
Es obvio decir que los amigos de lo ajeno acuden allí donde hay algo donde chupar por eso no es de extrañar que ricos propietarios experimente en su hoja de beneficios pequeñas mermas producidas por aquellos que nada tienen. En Lagunillas detienen a catorce individuos, vecinos de Algarinejo (Granada) por robar aceitunas en una finca de la rica propietaria Paulina Castilla Ruiz.
A su todavía más rico hermano José Luis en el mes de febrero de 1927 le sustraían aceite de uno de sus molinos. Se dio cuenta a
Y, ¿dónde hay dinero? Seguro, en la oficina de recaudación de arbitrios. Por esta razón Luis Arévalo Leiva empezó a hacer un buen agujero en una de las paredes para remediar un poco sus males. La mala suerte fue que oyeron sus golpes y fue detenido, por lo que él terminó con los golpes que daba y los guardias con el golpe que intentaba perpetrar.
Más fácil lo tuvo Antonio Zurbano Luque, empleado en la notaría del Antonio Casas. Como seguramente su miserable sueldo no le llegaba a fin de mes, echó mano al cajón de su jefe en varias ocasiones. Hasta que lo cogieron y se le acabaron las entradas.
Y si uno tiene buena reputación y no quiere perderla hay que hacer lo mismo que Eduardo Gómez Infante, poseedor de un establecimiento de comestibles quien se le acercaba el plazo de unas letras y no contaba con efectivo. Simuló un robo, pero fue descubierto en su engaño. Se pasó de listo, el listo.
En el año siguiente, 1928, otro listo, se gasta el dinero de un encargo y va por ahí diciendo que le habían asaltado cuatro enmascarados armados de revólveres. Lo detuvieron fácilmente.
Igualmente al autor de numerosos robos cometidos en los domicilios particulares a los que Manuel Aguilera Mérida, accedía como si fuera su propia casa.
Y usando los adelantos de la modernidad de una forma desgraciada, murió electrocutado el joven Rafael López Redondo cuando saltaba las tapias de un corral para robar un pavo.