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Terminando estos infelices años veinte nos encontramos, además de los habituales sucesos (robo de aceitunas, retazos de tela, pavos, aceite y diez carteristas, ), algunos delitos verdaderamente graves.
Para abrir boca podríamos extasiarnos contemplando la cara de los ladrones
que durante la noche penetraron en la fábrica de sombreros que José Molina Campos tiene establecida en la calle de San Luis de dicha ciudad, llevándose la caja de caudales, después de violentar la puerta con una palanqueta. Dicha caja sólo contenía quince pesetas en monedas de distintos países, pues el dinero para el pago de obreros lo extrae el dueño diariamente del banco. La caja fue encontrada por una pareja de seguridad en las inmediaciones del cementerio. Trabajar sin beneficios nunca es agradable.
También trabajó sin beneficios el autor de un anónimo dirigido al agricultor Antonio Roldán Escobar, vecino de la aldea de Zamoranos de Priego, quien recibió una carta anónima fechada en Alcaudete y depositada, según el matasellos de correos, en la estafeta de Priego. En dicha carta se le exigía que depositase la cantidad de 6.000 pesetas en un lugar próximo al cortijo denominado Ramírez, del término de Fuente-Tójar, amenazándole en caso contrario con matarle y causarle daños en el ganado y en las sementeras. En vista de ello, la benemérita montó un servicio especial, que dio por resultado la detención de Francisco Leiva Roldán, de treinta y siete años de edad, casado, jornalero y vecino de Fuente-Tójar. El detenido negó al principio su intervención en el asunto, pero al cabo, estrechado a preguntas por
Al vecino de El Cañuelo Francisco Ramírez, le costó cara la siesta que echó cerca de Castro de río en una posada. Cuando se despertó observó que de su carreta se habían llevado tres sacos de habas y uno de cebada. Otro día, estamos seguros, que si se decide a descansar lo hará encima de sus sacos.
También lo pasó mal el Juan
Sin embargo, el hecho más luctuoso de este año 1929 fue un crimen del que fue víctima Manuel Aguilera Ruiz, vecino de Castil de Campos. Se encontraba guardando unas caballerías en terrenos de una finca próxima al pueblo. Dormitaba el guarda en un chozo, cuando sintió el ruido que hace al andar una persona, y salió de la choza con ánimo de ver al intempestivo visitante. Al salir de la choza, pudo darse cuenta de que se trataba de un cuatrero, que iba a robar las caballerías, pero nada más, pues el ladrón sacó una pistola, disparando contra él. Al ruido de la detonación acudieron, varias personas, que persiguieron de cerca al asesino, pero éste, aprovechando la oscuridad de la noche, logró escapar a sus perseguidores, sin haber podido ser reconocido por nadie. Los que acudieron en auxilio de Aguilera, pudieron comprobar que el desgraciado había dejado de existir, víctima de la herida recibida, pues la bala le penetró en la cabeza con fractura del cráneo.