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De nuevo es tiempo de felicitaciones y enhorabuenas para don Niceto por parte de las autoridades. Esta vez se trata de hacerle llegar el cariño y admiración que el pueblo siente con motivo de su nombramiento para Ministro de la Guerra. Se vuelven a repetir los parecidos homenajes de las ocasiones anteriores: hacerle un recibimiento entusiasta, previo llamamiento a todo el pueblo; que luzcan adornos y alumbrados especiales durante los días de su permanencia en la ciudad; se le invita a un banquete que ha de darse el día que él designe; y, para atender a los gastos que estas solemnidades originen, así como para la compra de un objeto artístico que se lo ofrecerá a don Niceto, se abre una suscripción popular encabezada por el Ayuntamiento con la suma de 1.000 pesetas.
Unos meses más tarde, ya en 1923, siendo Alcalde Enrique Pérez Luque se rememora un acuerdo que se había tomado en 1910, y que consistía en colocar un retrato de Alcalá‑Zamora en el Salón Capitular junto al escultor Álvarez Cubero y el obispo Caballero. El encargo del retrato al óleo se le había hecho a Adolfo Lozano Sidro y había sido elogiado por todo el vecindario. Se paga por el óleo 1.500 pesetas, consignándose además que considerando el mérito del retrato era pequeña la cantidad pedida, por lo cual quedaban muy agradecidos a la liberalidad del Sr. Lozano. El cuadro en cuestión, durante la autarquía de Franco fue retirado del Ayuntamiento. Después de cuarenta años escondido, se ha vuelto a colocar en el edificio para el que fue pintado, aunque no en la Sala Capitular. Ha pasado por diferentes ubicaciones, estando colocado en el despacho del Alcalde.
La intención de comprarle una alhaja a don Niceto nunca se llevó a efecto. Viendo que era un lujo innecesario, dedicó toda la suma de la suscripción, que en su honor se hiciera, a la compra de una parcela comprendida entre la calle de San Marcos y el kilómetro 42 de la carretera de Monturque a
La oposición total que sostuvo Alcalá‑Zamora a la Dictadura de Primo de Rivera tuvo en esta parcela un punto de batalla de lo más enconado. El Ayuntamiento intentó urbanizar una franja de terreno de
Las casas se estuvieron ocupando por diferentes vecinos hasta que poco a poco se fueron quedando deshabitadas debido a la emigración, a la falta de reparaciones que les eran necesarias y al deseo de destinarlas a diferentes usos. A su regreso al país, después del exilio, las hijas de don Niceto cedieron a la iglesia las ruinosas casas y toda la parcela, a pesar de que con el paso del tiempo el valor urbanizable del terreno ascendía a varios millones. El Obispado vendió gran parte del solar y en el resto construyó una iglesia de un estilo indefinido que fue el objetivo final de la cesión. A trancas y barrancas, el inquieto y perseverante párroco de las Mercedes logró terminarla. En uno de sus muros, entrando a mano izquierda se ha colocado una lápida en la que se lee: "Siendo cura párroco D. Domingo Casado Martín, esta iglesia dedicada a la Santísima Trinidad fue bendecida por el Excmo. Sr. Obispo D. Juan Antonio Infantes Florido el día 24 de septiembre de 1981. Está edificada sobre un terreno que perteneció a D. Niceto Alcalá‑Zamora y Torres y a su esposa María de la Purificación Castillo de Bidaburu. Donado por sus hijas Pura e Isabel en sufragio y memoria de ellos[2]."