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Hasta el momento presente, en Priego ha habido tres ocasiones de las que tenemos conocimiento en las que un paisano ha publicado sus memorias. En 1961, aparecieron Memorias de un alcalde, de José
Carlos Valverde López lo nombra en cuatro ocasiones en sus Memorias íntimas y populares, y siempre de una forma testimonial. Detalla la propiedad de don Niceto sobre la Huerta Anguita; consigna el día que se casa (23‑01‑1901); y da una amplia reseña de los juegos florales que se celebran en Sevilla en 1914, donde don Niceto actuó de mantenedor, así como el discurso de los que se celebran en el Casino de Priego en enero de 1915. Los adjetivos que usa, y frases que le dedica, ponderan la figura de don Niceto: "ilustre paisano y elocuente orador, (...) importante hombre político que paso a paso se labrara una reputación en el parlamento y en el foro", (...) nuestro ínclito paisano (...) quien pronunció un discurso lleno de amenidad y donosura"[1]. Carlos Valverde mantiene las buenas maneras y no llega a dedicarle una frase salida de tono, aunque por las fechas en que escribe, ya se había producido el enfrentamiento en las páginas del semanario Patria Chica entre su hijo, el alcalde nicetista y los respectivos simpatizantes de ambos por el problema de las aguas. En su artículo Archi‑aclaración, Carlos Valverde López, detalla cómo por este motivo, y haciendo causa común con sus amigos, don Niceto no envía el artículo prometido para el extraordinario de Patria Chica, y cómo aquéllos hacen lo mismo e incluso retiran de la redacción los que ya habían entregado, tal y como hizo Raboso, diputado por el distrito. Lo que en las páginas de Patria Chica se limita a presentar a don Niceto como jefe indiscutible de la situación al que acuden para tomar decisiones, donde casi todos los escritos al respecto resaltan ese detalle, se convierte en Memorias de un alcalde, de José
Más tarde, describe a don Niceto como prepotente en su defensa de Francisco Adame Hernández, en el pleito que el Ayuntamiento de la Dictadura le pone a éste por supuestas responsabilidades en el desempeño del cargo de recaudador
Así como la expectación que produjo no sólo en Priego, sino en Madrid, el día de la vista en el Tribunal Supremo, donde se enfrentaban don Niceto y el Alcalde de su pueblo. Como al final no hubo una victoria clara de ninguna de las dos partes, ensalza a don Niceto, "primera figura del foro y orador elocuentísimo", para dar a entender que a pesar de sus dotes ‑siempre reconocidos por los Valverdes‑ no llegó a ganar.
Después, como hemos dicho en otra ocasión, minimiza los hechos ocurridos en la cárcel[3], donde se encontraba don Niceto en febrero de 1931, en los que más tarde se comprobó el riesgo que en realidad vivió.
Más adelante, resalta la poca entrada que tuvo la corrida de toros celebrada el día 2 de septiembre de
Termina compadeciéndose de él, cuando relata el episodio de su destitución de la que dice que "el acuerdo se ejecutó aquella misma noche de una manera chabacana", para acabar tratándolo de incauto e inocente porque don Niceto, en un rasgo de honradez que siempre lo caracterizó, trajo de nuevo a España, al entrar la República, un dinero que en previsión de destierro en la época de Primo de Rivera, había depositado en Francia. Éstas son sus últimas pinceladas: "Si cuando Alcalá Zamora pensó en la orientación que había de dar a su vida hubiera tenido un mal consejero, no le hubiera recomendado cosa peor que la de dedicarse a la política. Hombre de limpia conducta, gran conocedor del Derecho y dotado de una palabra elocuentísima, carecía del conocimiento de la vida y de los hombres, que es lo único que no puede ignorar un conductor de pueblos. En la época de la Monarquía, anduvo de la Ceca a la Meca, sin acabar de encuadrarse definitivamente en ninguna organización política ni conseguir formar una propia. En cambio, su debilidad ante el halago y la adulación le hizo ser fácil presa de los elementos revolucionarios que se sirvieron de él como pabellón prestigioso para cubrir su averiada mercancía, y cuando ya no les fue necesario lo repelieron de una manera villana y ruin."[4]
Mucho más tarde, Carlos Valverde Castilla, poeta y prosista de calidad, hijo y nieto de José Tomás y Carlos, en una carta al director aparecida en