PRIEGUENSES EN LA HISTORIA - Francisco Alcalá Ortiz: Impresiones de un prieguense en los Estados Unidos
11. El paro español visto desde América (1)
Un asunto de actualidad en España.



© Francisco Alcalá Ortiz

 

            Casi todo lo que últimamente he leído u oído sobre España ha sido positivo. Es verdad que aquí se sabe muy poco del extranjero, no tanto debido a patrioterismo, como a la mentalidad y actitud localistas de los americanos. Los telediarios locales, por ejemplo, duran una hora, mientras que los nacionales duran sólo media. De esa media hora, una décima parte se dedica al extranjero, por regla general, cuando la noticia tiene alguna relevancia para este país. Esto contrasta con lo que ayer mismo estaba leyendo en un libro de Díez Jiménez en que se quejaba de que en las noticias nacionales españolas se hablaba media hora de Chile, Nicaragua o Sudáfrica y cinco minutos de España.

            Con la prensa pasa otro tanto. Aquí no existen periódicos nacionales propiamente dichos, ni estatales siquiera, sino que la mayoría son regionales. En las zonas rurales, donde hay que llegar a las casas por un largo carril, los buzones están en la carretera para facilitar el trabajo al cartero. Generalmente hay dos buzones, uno para el correo general y otro para el periódico, con el nombre y el "Iogo" del periódico pintado en él. Ahora bien, si se da un paseo en coche se observa que, a cada veinte o treinta millas, el periódico que se recibe es diferente.

            Como todas las cosas en este mundo, esta orientación localista del americano tiene sus ventajas y sus inconvenientes, y en este artículo no voy a pararme en ello.

            En primavera es frecuente encontrar artículos subrayando los atractivos que España todavía ofrece al turista americano, y hace unos meses, como noticia de actualidad, se reportaron la negociaciones sobre la base de Torrejón. Que yo recuerde, se mencionaron dos noches en las noticias nacionales, dedicándole treinta segundos cada noche. En estos informes se indicaba que el gobierno español no tenía otra alternativa después del referéndum sobre la Nato y dado el clima de opinión en España, que problemas parecidos iban a presentarse en Portugal, Grecia, y las Filipinas, y que el gobierno americano tendría que ir reajustando su política exterior a estas nuevas realidades. Todo dicho con un tono neutro, como si, en lugar de un conflicto internacional, se estuviera dando el parte meteorológico.

            Sin embargo, el tema que sobre España predomina aquí es el económico, lo que es comprensible ya que la economía es lo que predomina aquí. España se considera todavía un buen país donde invertir, a causa de su estabilidad política, su demanda aun no saturada, su acceso al Mercado Común Europeo, y la disponibilidad de mano de obra, considerada capaz y todavía menos cara que la americana. El único punto flaco de la economía española, como posible causa de malestar social, sería el paro, al igual que en el resto de Europa, pero algo más serio en España, a pesar de los muchos trabajos que ayuda a crear el turismo. El paro oficial es agravado por el pluriempleo, por el que algunos acaparan trabajos que podrían hacer otros, y atenuado por la economía sumergida, lo mismo que en Grecia e Italia.

            Este paro de España, como el de Europa en general, contrasta con el dinamismo económico mostrado por América en los últimos diez años. Yo no tengo las cifra delante, pero ya es sabido de todos que, mientras que aquí en el último decenio se han creado alrededor de 15 millones de puestos de trabajo, en Europa se han creado muy pocos. La economía Americana ha absorbido no sólo a los jóvenes que cada año buscan su primer trabajo, sino también a las mujeres, que hoy son más numerosas que los hombres en la población activa.

Y esto se ha realizado sin mandar a casa a los trabajadores extranjeros, como se ha hecho en Alemania, sino por el contrario, abriendo las puertas a cientos de miles de emigrantes cada año. Más aún, se ha hecho al mismo tiempo que se creaba un déficit astronómico en la balanza comercial, o, dicho de otro modo, comprando mucho más de lo que se vendía al extranjero, en el orden de miles de millones cada mes, exportando así trabajo a otros países.

            ¿Cuál es el secreto de esta increíble expansión económica? Para mí, el secreto es el estilo de vida americano (the Americam way of life). Y quizá sea en esto, guste o no guste, en lo que los americanos se hayan convertido en pioneros del futuro. Digo guste o no guste, porque hay muchas cosas que a mí tampoco me gustan, pero yo no le veo otra salida a lo que los expertos llaman coyuntura.

            América fue un país agrícola hasta los años 20 de este siglo. Dicho de otro modo, la gente empleada en la agricultura era más numerosa que la empleada en la industria. Hoy día en la agricultura sólo trabaja el 2,50 % de la población activa. Desde los años cincuenta, el sector industrial ha constituido el 22 ó  23 % del producto nacional, sin embargo, el número de empleados en este sector ha ido disminuyendo constantemente. En otras palabras, se ha venido produciendo absolutamente más y proporcionalmente lo mismo, pero con menos trabajadores. De 1980 a 1986, la producción industrial aumentó 19 %, mientras que el número de empleados en este sector disminuyó  6 %. Algo parecido ha pasado en Alemania, Suecia e Inglaterra. Los empresarios como dicen ellos mismos, sólo tienen tres opciones ante la creciente competencia extranjera, sobre todo la que viene del Asia Oriental: automatizarse, congelar o bajar los salarios, o llevarse la planta a otro país donde los salarios sean más bajos. Las tres soluciones se vienen probando desde hace diez años, con muchas consecuencias, siendo la principal la desaparición de muchos trabajos industriales bien remunerados.

            Massachusetts es hoy día uno de los estados con mayor crecimiento económico, y sin embargo en los últimos cinco años ha perdido unos 70.000 puestos de trabajo en la industria. Las tradicionales industrias textiles y del calzado desaparecieron mucho antes, desplazadas al sur del país, donde el terreno, la energía y la mano de obra eran más baratos. Pero ahora el mismo sur, donde por mucho tiempo se ha confeccionado la ropa, no puede competir con las confecciones que vienen de fuera, y en Priego pueden comprender muy bien las razones de ello.

            Esta reducción en el número proporcional y absoluto de la población activa empleada en la industria en los países desarrollados es un proceso inevitable, y yo creo que sano, si queremos que el desarrollo y el nivel de vida se vaya distribuyendo más equitativamente a una escala global. En los últimos diez años sólo los países del Asia Oriental han incrementado el número de obreros industriales. Por el contrario, en toda Europa y América del Norte han disminuido. Resulta una ironía que, cuantas más ventajas consiguen los sindicatos obreros más aceleran su debilitamiento. En España pasará lo mismo en cuanto los salarios reales más los beneficios alcancen el nivel de los países más desarrollados.

            La conclusión de todo lo dicho es que la solución al paro europeo, incluida España, no puede venir ni de la agricultura ni de la industria, que como  fuentes de empleo continuarán contrayéndose, sino de los servicios, que es lo que ha venido pasando en los países desarrollados desde hace tiempo y que en América está siendo llevado a su última conclusión. Por eso ya hace tiempo que también se habla de sociedades post-industriales.

            Ahora bien, ¿cómo ha creado América tantos puestos de trabajo en el sector servicios? La respuesta es porque existe una gran demanda por estos servicios. Y ¿por qué existe esta demanda? La respuesta es a causa del estilo de vida americano. En ello me extenderé en el próximo artículo.

            (Adarve, números 294-295, Feria Real, 1988, página 37).