Juan Balmisa Herrador
Quejas de tarde andaluza
bucles de oro, de fuego;
paloma que vas volando
pureza y gracia en tu vuelo.
Tardes de Mayo en mi tierra
-aunque de lejos os veo-
aire de Mayo que pasas,
llevadme en alas de viento.
De luz belleza y color
se viste Mayo en mi tierra
para cantarle a la Virgen,
Virgen y Madre en pureza.
Los rayos del sol, pinceles son,
-los que pintan las sierras-
y se esconden entre el césped,
entre el césped de la Vega,
y se miran en el río
y enrojecen sus riberas
y platean a los peces
que en el fondo serpentean.
En la tarde salen rojos,
cuando les guiña la estrella,
estrella que sola sale
y los despide en su puerta.
Yo recuerdo aquel balcón,
balcón del río y la Vega,
y de montes entre montes
y de peñas y una Aldea...
¡Cómo me gustan las tardes,
tardes de mayo en mi tierra,
cuando se viste tu altar
de pura naturaleza
para loar a la Virgen
que le libró de epidemias!
Así es, -como me gusta-
¡andaluza y cordobesa,
gracia solemne y sencilla...
son..., las cosas de mi tierra![1]
[1]Bailén, 5-5-53. Adarve, 24-5-53. Año II. Número 34. Página 5.