MEMORIAS DESORDENADAS - Diario 2000
VOLVIERON ?LOS ROCKING?S?
El más famoso conjunto prieguense de los años sesenta del pasado siglo.

 



 

© Enrique Alcalá Ortiz

 

Este día estuve bailando con mi mujer en el Salón Linares-Rinconcillo II en una gran gala del ?Día de los enamorados? donde a partir de las diez de la noche tocaban ?Los Rocking?s?. Por el nombre puede uno pensar que se trata de un conjunto de rokeros llegados de Liverpool que han venido a beber las aguas de ?La Pandueca? y de camino a darle al decibelio. Pero nada más lejos de la realidad. La melomanía desatada por ?The Beatles?,  -éstos sí son verdaderos ingleses- en la década de los sesenta consiguió que su estilo fuera copiado en todo el mundo. Sus ropas, sus melenas, sus canciones. Aquí en Priego no podíamos quedarnos atrás y surgió, en el mismo centro de la Subbética, este conjunto que empezó a actuar por entonces con muchas dificultades. Para la compra de sus primeros instrumentos, el entonces director de nuestro quincenal ?Adarve?, José Luis Gámiz Valverde abrió una suscripción pública para ayudarles económicamente. Y lo consiguió. Lograron montarse y actuaron con sus canciones en muchos pueblos de Andalucía. Por entonces yo estaba soltero y los acompañé en sus giras varias veces. Me acuerdo bien que fui con ellos a un concierto que dieron en Baena. Y esto porque uno de los componentes del grupo es mi hermano Juan Antonio, el menor de mis hermanos varones. Fue en otra actuación en el Casino de Priego donde conocí a mi mujer, si mal no recuerdo, a principios de junio de 1966. Cuando nos casamos en un caluroso día de agosto de 1969, (el día de San Lorenzo), ?Los Rocking?s? tocaron en nuestra boda. Tengo una foto donde me veo todo descamisado, no había aún aire acondicionado en los salones de bodas, bailando con mucha alegría y contento. ¿Quién no lo hace el día de su boda? (La procesión iba por dentro.)

 

         Desde esa última fecha han pasado más de tres décadas y aunque la música de las canciones aquellas permanece igual en las partituras amarillentas y en los discos de pasta y vinilo, tanto los músicos como los que vivíamos años jóvenes en su primera época, teníamos en nuestros cuerpos las marcas de los días pasados por nuestros cuerpos. Me refiero a las canas, las arrugas, las calvas completas o incipientes y los quilos de más, accidentes temporales estos que no fueron obstáculo para que con la ayuda de un batería nuevo y un pianista joven (de Cabra), supiesen de nuevo transportarnos con sus ritmos a aquellos tiempos. Susurrábamos su música, mientras danzábamos. Hasta las cuatro de la mañana, con sus descansos correspondientes para alzar el codo. Cumplieron lo que ellos ofrecían en su propaganda: ?¡Disfruta con canciones de ayer y de hoy!?

 

         La entrada costaba 1500 pesetas por persona con derecho a consumición y sándwich caliente. El sándwich resultó ser un pequeño triángulo de pan ?Bimbo? con un trocito de jamón ?york? dentro. Caliente sí estaba. ¡Pero bueno, allí habíamos ido a bailar!