PRIEGUENSES EN LA HISTORIA - Carlos Valverde López
MONÓLOGO DE UN SOLTERO
Poesía festiva. El amor sin dinero es menos.

 

Carlos Valverde López 



      

NUEVO PREMIO. Nuestro querido amigo y redactor Carlos Valverde, acaba de ser premiado en los Juegos Florales celebrados en Elche con Diploma de Honor, por una poesía con que concurrió al Tema festivo y que después de felicitar al tantas veces laureado poeta, damos a continuación:

 

Yo soy un joven simpático,

De genio bastante tímido,

Más de condición volcánica

Con la mujer, que es mi ídolo.

Tengo un defecto, confiésolo,

Y es que veo poco, poquísimo,

Porque en llegando el crepúsculo,

Gasto unos ojos tan míseros,

Que no distingo a mi prójimo

Ni a los cuarenta centímetros.

Bueno, pues un día hallándome

Sentado al sol en el Círculo

Vi dos mujeres muy jóvenes,

Una de pelo negrísimo

Y bella como una sílfide,

Y otra de semblante equívoco;

Hermanas por lo genésico

Aún cuando no por lo físico.

Iba a su lado escoltándolas

Un mi amigo, que fue intimo

Allá en los tiempos pretéritos

Cuando éramos condiscípulos,

Y como el amor punzárame

Con su dardo más flamígero

Por la morena, fui súbito

A que este amigo carísimo

El nombre de ella dijérame

Para escribirla solícito.

Mi amigo, aunque sonriéndose,

Gesto que encontré legítimo,

Me dijo llamarse Práxedes,

Como un célebre político.

La escribí luego una epístola

Y me contestó al unísono,

Es decir, correspondiéndome

Con un cariño tan vívido,

Que el mío, con ser fosfórico,

Era junto al suyo, frígido.

Todas las noches hablábamos

Y en dulces coloquios íntimos

Pasaban las horas rápidas

Haciéndonos felicísimos.

Mi amigo hallábase próximo

A ser esposo legítimo

De la hermana de mi sílfide,

O sea la del rostro equívoco,

Y con tal motivo hiciéronme

La fineza de decírmelo

Y de invitarme, magnánimos,

A ser testigo del vínculo.

Llegó el día; un día espléndido:

El sol brillaba magnífico

En los espacios cerúleos

Haciéndome ver clarísimo.

¡Y lo que vi! Más valiérame
No verlo... ¡voto a San Créspulo!

Vi que la que iba a ser. cónyuge

De mi amigo, que es un pícaro

Era la mujer bellísima

A quien yo tuve por ídolo,

Y que mi novia, la Práxedes,

Era la de ingrato físico,

Que por el engaño pérfido

De mí falso condiscípulo,

Y por mi penuria óptica,

Me adjudicaban solícitos.

Triné, protesté, el escándalo

Que moví fue apocalíptico;

Quise romper con mi prójima

Alegando error crasísimo,

Más no logré tal propósito,

Porque mi colega, cínico,

Dijo que si no casábame

Me arrancaría los hígados.

Y me los arranca el bárbaro,

Porque como soy tan tímido?

¿Qué hacer? El lance es de órdago;

¿Qué hacer? El caso es muy crítico.

Mi instinto me dice, «¡fúgitel».

Pero, ¿cómo un hombre mísero

Y por lo tanto, sin cónquibus,

Se puede fugar ad libitum?

Si yo lograra... ¡Oh, qué ráfaga

De inspiración!, ¡qué buenísimo

Es el ardid que ahora ocúrreme

Para verme libre... ¿Dígolo?

Pues como en Elche celébranse

Juegos Florales magníficos

Y hay un Tema que es «Anécdota

Hecha en romance octosílabo»,

Narro la mía en esdrújulo,

Concurro al palenque lírico,

Como el asunto es sui géneris

Me dan un regalo artístico.

Llevo a una casa de préstamos

El que me den, rapidísimo,

Y en cuanto coja los pápiros

Embarco para el Pacífico

Me establezco en las antípodas

¡Y que busquen al antípodo!