PRIEGUENSES EN LA HISTORIA - Carlos Valverde López
CACERÍA DE LA ZORRA
Poesía festiva. Historia de malos cazadores.

Carlos Valverde López

 

 

Allá en el Manchón de Urreli,[1]

Sobre las diez o las once

Está la gente del bronce

En posición de cazar.

Esperando cuantas zorras

Atraviesan la maleza

Para probar su destreza

En el arte de tirar.

 

Del centro de los breñales

Con dirección al collado

Sale el zorro y va flechado

Ante el Juez Municipal.

La autoridad se prepara,

Oye la comparecencia

Y en vez de dictar sentencia

Dicta un fallo colosal.

 

Al ver indultado el zorro,

Gritan los espectadores,

Y el Juez exclama: ?Señores,

Otra vez lo haré mejor.

Mientras el bicho corriendo

A diez leguas se ponía

Dándole gracias a usía

Por tan singular favor.

 

Suenan otra vez los ecos

De los bravos jaleadores,

Preparan los cazadores

El Rémington o el pistón.

Y ven venir hacia ellos

Una tremenda raposa

Sin duda la más hermosa

Que pasea en el Manchón.

 

-Señor Juez, ¿da usted permiso?

-Dice la zorra. ?Adelante.

Y le dispara al instante

Exclamando: -¡Muerta va!

Y corriendo velozmente

Atraviesa por el frente

El ínclito Trinidad.

 

El cual le suelta dos tiros

Sin el menor  resultado

Y el bicho pasa a mi lado

Y yo le suelto otros dos.

Y se dirige a don Felipe

Que le tira a quemarropa,

Y sigue con viento en popa

Por esos campos de Dios.

 

Corriendo toda la línea

Sin un plomazo siquiera

Pasa también por la vera

Del hombre del arcabuz.

El cual tira del gatillo

Al ver venir la raposa

Pero el arma esta mohosa

Y no da fuego ni luz.

 

Sigue la zorra su marcha

Y Lozano ya quemado

Le tira... ¡y le da en el lado

Que le dimos los demás!

Total: veinte tiradores,

Ocho tiros, treinta perros

El honor por esos cerros

Y la zorra sin matar.

 

(Versos finales)

 

         (...)

         Nota. Después se ha sabido

         Que ya curada de espanto

         Fue la zorra a ver el santo

         ?Zorro de marca mayor?

         Y postrada ante las plantas

         Del Dios de los cortijeros

         En acentos lastimeros

         Le dijo con gran fervor:

         ??Glorioso san Aceituno,

         Tan hermosote y tan magro;

         Si hacer quieres un milagro

         Digno de reputación,

         Déjate de curativas

         Que son otros tantos pegos

         Y dale vista... ¡a los ciegos!

     Que cazan en el Manchón!?[2]



[1] El título es nuestro. Sacado de un manuscrito. 

[2] ?Memorias íntimas y populares?, año 1899.