Homenaje de admiración
Por José Luis Gámiz Valverde
Don Laureano Cano Ramírez no había nacido en Priego, vio la primera luz de este mundo el 4 de Julio de 1.862 en Alcalá
Su madre se llamaba Doña Primitiva Ramírez Aguilera, de nacimiento alcalaína, culta y bondadosa, que supo transmitir tan bellas cualidades al corazón del niño.
El progenitor de Cano Ramírez le enseñó con cariño solfeo y conocimiento musical de los distintos instrumentos de viento, que no tardó mucho en manejar con singular soltura, al extremo de que muy niño, con diez años, llamó la atención en un concierto como solista de flautín. En el piano y órgano tuvo la fortuna de que le diera clase el ilustre Maestro Pulido. Pronto se día cuenta éste del temperamento y de la fina sensibilidad artística del alumno, que sabía recoger los matices y las indicaciones que la hacía en los instrumentos de teclado. A la vez cursó los estudios de violín, donde tuvo una condiscípula de gran relieve: Clotilde Pulido, hija del profesor de piano.
En el Instituto General y Técnico de Jaén logró el bachillerato, con buenas notas y cuando se disponía al estudio de la medicina en Granada, abandonó
Apenas contaba dieciocho años, el joven maestro, cuando vino por primera vez a nuestra ciudad, como violinista en las fiestas de Mayo; y en 1.883, producida la vacante de organista de este arciprestazgo, por fallecimiento del maestro D. José Cruz, se convocaron oposiciones, que se celebraron en
Era natural que en torno a la figura de aquel joven maestro y compositor ?ya había escrito algunos motetes y piezas breves? ejecutante ardoroso de numerosos instrumentos, especialmente órgano, piano y violín, comenzaran a menudear alumnos y admiradores, no solo de Priego sino de otras ciudades, atraídos por la subyugante personalidad y los nuevos métodos didácticos del profesor. Así inició el ejercicio de un largo, serio y fructífero magisterio, proyectado pocos años después al aula del Casino, para extenderlo definitivamente a la magna de toda la ciudad.
Atraído por la simpatía y belleza de una de sus más apreciadas discípulas,
Alternaba Don Laureano las clases a sus discípulos, su diario concierto en el Casino, de nueve a once de la noche, y las obligaciones de organista, con
sus horas de estudio y de entera dedicación al piano y violín, en la sala de trabajo ?cuya fotografía hemos traído a estas páginas?, y gustaba ir a los conciertos de buena música que se daban en Madrid, Sevilla, Cádiz, Granada, Málaga y Córdoba. En
De la imaginación creadora, jugosa y feliz, de Don Laureano Cano, brotaron numerosas obras para orquesta, órgano y piano. En el orden religioso compuso varias misas para orquesta y una a dos voces y órgano, que se han cantado en nuestras funciones de Mayo. En colaboración con Gómez Navarro figura, entre otras cosas, un Quinario a Nuestro Padre Jesús Nazareno, para orquesta, con letra de Don Carlos Valverde, que se estrenó en 1.885. Una gran Letanía orquestada. Una Salve a tres voces y orquesta. Y numerosos Gozos al Corazón de Jesús (del que era devotísimo), Coplas a las Vírgenes del Carmen, de las Mercedes y de
En el campo de la música profana brilló aquella rica fantasía, al conjuro de sus sólidos conocimientos armónicos y de una atinada pericia contrapuntística: valses, fantasías, mazurcas, pasacalles estudiantiles, nos hablan de su garbo y de su competencia. En el orden escénico recordamos las zarzuelas «El Dómine» y «
Como intérprete tuvo el raro privilegio de ser un magno pianista y un óptimo violinista, venciendo las dificultades técnicas que habría de imponerle su virtuosismo, anheloso siempre de superaciones. Como maestro mereció parangonarse con los mejores de su tiempo: tanto fue así que durante diez años me enseñó solfeo y piano y al ampliar estudios en Madrid, los años 1.918 y 1.919, con Don José Tragó (figura cumbre) no encontré fundamental diferencia metodológica, estilística ni interpretativa[1].
[1] ?Adarve?, número 509, 1 de julio de 1962.