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Después del éxito alcanzado por las murgas y chirigotas, este año de 1998 siguió al expectación levantada hasta unos límites que nadie había previsto. Y así el sábado 28 de febrero la calle Río y todo el centro se vio invadido de una muchedumbre formada por centenares de máscaras y espectadores. Más de 120 grupos realizaron su inscripción para tomar parte en el concurso y muchos más se quedaron sin poder hacerlo porque acudieron a última hora. La calle Río durante el pretendido desfile se convirtió en un río humano difícil de controlar, hasta tal punto que a los organizadores se les fue la organización de las manos. Les fue imposible poner orden a aquella marabunta con gana de guasa y desenfada que si en algo se distinguía era en su desorden. La abigarrada multitud ocupaba en muchos metros el escenario por donde debían desfilar los concursantes, haciendo muy difícil la tarea de acceso. Todo era barullo, bulla y algarabía. Al fin, se había conseguido despertar el dormido sentido carnavalesco y desinhibir a gran parte de la población dándole el mensaje de que mostrando el sentido ridículo de la vida el espíritu se hace más libre.
Entre los numerosos trajes y diseños variados, el jurado, que tan difícil lo tuvo, se decidió por los siguientes, a pesar suyo porque quiso premiar a muchos más:
· Premio al grupo más original: Las Meninas de Velázquez.
· Accésit al grupo más original: La cabaña del Tío Tom.
· Premio al grupo más espectacular: Las primeras comuniones.
· Accésit al grupo más espectacular: Marte contraataca.
· Premio a la pareja más original: El Sol y la Luna.
El jurado también estimó premiar con otros accésit a: Los Pitufos (del grupo Albasur); La Fresa (infantil); La Familia Conejo (grupo familiar).
Con la satisfacción del éxito obtenido, escribiría con deleite,