Poemas a Priego - Poesía
LAS TORRES
Francisco Alcalá Ortiz nos evoca las torres del pueblo.

FRANCISCO ALCALÁ ORTIZ



  

                LAS TORRES

 

¡Torres seculares!

¡Vosotras siempre las mismas!

Siempre erectas, con un gesto inmu­table,

arrogante y casi testarudo...

¡Siempre rígidas y elevadas!

Y a vuestros pies las casas del pue­blo, como una mancha de cal,

tumba­das y absortas en un continuo éxtasis de tierra.

¡Torres pueblerinas!

Cuando os miro así me parecéis un surtidor de anhelos congelados

en pie­dra a mitad del camino.

Los vapores y los ruidos de la calle,

que suben deshojándose por vuestros muros,

se extinguen en vuestras cin­turas.

Todo lo demás es vuestro:

los secre­tos del aire irrespirado,

y las caricias de las nubes y el aleteo de los pa­jarillos.

¡Torres familiares!

Tan altas y esbeltas, quisiera imagi­naros

no de piedra sino de grito y de sonido,

que vuela al cielo, estilizado y punzante

como las notas temblorosas de vuestras campanas.

Pero vuestras piedras se quedan

de­trás de mis deseos.

Por eso, yo voy a hacer de mi cora­zón

una torre espiritual, puntiaguda,

impulsiva e ingrávida,

para escapar del tráfago del mundo,

y poder gustar arriba las divinas serenidades de Dios.

¡Es tan asfixiante la vida!

¡Y hace tanta falta una lluvia de es­píritu

sobre los corazones fatigados de los hombres!

¡Torres carcomidas!

Yo puedo llegar al cielo.

Vosotras sólo sois piedra.

Yo también puedo ser... oración[1].



[1] Adarve, 20-9-53. Año II. Número 51. Página 6.