El corpus de copletas del Cancionero de Priego está lleno del tema amoroso. No podría ser de otra forma. En esta manifestación popular -los rincoros- falta la crítica social, política o religiosa que se da en otras clases de cantes. Hay dos temas que predominan uno es el amor y sus consecuencias; y otro es el sentido humorístico y jocoso. De tal forma, que casi todo el conjunto podría estar incluido en uno de estos dos temas preponderantes. En tres partes hemos presentado el capítulo: - Amor feliz (Deseos de amor, amores eternos, amores logrados). -Amores rotos. -Penas de amor. Amor feliz Empezamos por él para que tengamos buen principio, no porque sea el más abundante o significativo. Destacamos como primera nota característica -siguiendo a Menéndez Pidal la austeridad moral. Es éste el rasgo más sobresaliente y persistente a través de todos los tiempos en las coplas de tema amoroso de la literatura española. Este rasgo lo continúan teniendo nuestras copletas. Estamos, por tanto, dentro del más puro estilo Tradicionalista de la lírica galaica o castellana medieval, de las cantigas de amigo, o de los poemas arábigo-andaluces. En todos ellos el amor alcanza verdadera sublimación en la castidad. En la lírica popular francesa del siglo XII abundan, por el contrario, las coplas que hacen mofa al marido burlado. ¡Hemos encontrado una que hemos puesto en el capítulo de los toros! Falta, asimismo, un sentido erótico y sexual, que se encuentra subyacente o dormido, pero que no se manifiesta. El amor aquí -como dice Ortega y Gasset- es un eterno insatisfecho. A todo lo más que se atreve es a expresar ...quisiera pedirte un beso y que no me lo negaras. Lo que más abunda es el deseo de hablar, no olvidar, adorar, desear, querer verte o soñar. Poner las caras juntas ya es un gran atrevimiento. Por otra parte, sorprende muchísimo -por lo raro que es encontrarlas- algunas letras que nos hablan de amor satisfecho, pero siempre que sucede esto es... en cama de matrimonio. La noche que me casé, pensaba que iba a morir; y era gloria con tomates cuando se apagó el candil. Suceso éste explicado con gran finura y con una elegancia del más alto estilo. No faltan las coplas soeces y vulgares, abundantes en tiempos más recientes, pero éstas no se cantaban en los rincoros. 1 Ahora sí que canto yo, ahora sí que yo me río, ahora sí que tengo yo todos mis gustos cumplíos. 2 A la de lo colorao se lo quisiera decir, y me da mucha vergüenza dígaselo usted por mi. 3 A la luz de un candil triste soy mujer y me atrevía, a hacer una escritura con tu sangre y con la mía. 4 A mí me quieren quitar de que yo tu cara vea; ponsima de quien le estorbe tengo que hacer la verea. 5 Amor mío, vienes tarde y te quieres ir temprano; mira que yo no recibo visitas de cirujano. 6 Anda, vete y vuelve luego, y vuelve sobre seguro; que lo que no has alcanzao, no lo alcanzará ninguno. 7 Atermínate a querer, no me seas temeroso, que a lo que te sobrevenga yo te saco victorioso. 8 Cantaré que estoy alegre como la fresca mañana, otro día lloraré, ahora no tengo ganas. 9 ¿Cómo quieres que la olvide si ha sido medianera, y el amor cría raíces como la planta en la tierra? 10 Como tú no estabas hecha a tener novio en tu vida, por uno que te lo dijo, te subiste en la viga. 11 Cuartillo y medio de sangre diera yo por tu querer; y otro cuartillo y medio porque fueras mi mujer.