Poemas a Priego - Poesía
POEMA JUNTO A PRIEGO
Primer premio del Concurso literario de la Sección de Literatura y Bellas Artes del Casino de Priego a este poema de Juan Martínez de Úbeda.

JUAN MARTÍNEZ DE ÚBEDA



Un arado de luna labra el agua

de la fuente plural y cantadora

en espera del carro de la aurora

cuyo sol será luz, semilla y fragua.

 

Un murmullo del río, lentamente,

va dejando entre muros su mensaje

lejano, recordándole al paisaje

la gracia de su verso adolescente.

 

Y el olivo, sereno adormecido

en su campo siente, te rodea

como amante que vive y se recrea

en ti, como en su amor, estremecido.

 

Viven llenos de ti, Priego, de toda

tu gracia, los caminos que supieron

del piropo del moro cuando vieron

a la Cruz de Jesús, contigo, en boda.

 

Cuando vieron que tú, Priego, te ardías

en honor de la Virgen a quien velas

de rodillas, bogando en carabelas

de fe por una mar de avemarías.

 

Y, de pronto, a tus muros llega el viento

de la sierra que pare las sabinas

y las jaras, dejándote divinas

palabras en la flor del sentimiento.

 

Sólo el alto querube que te guarda

conoce los secretos de tu piedra

que recita romances, bajo yedra

verde, corona de ciudad gallarda.

 

Sólo el alto querube que me grita

la copla de la jara y de la fuente

verdeciendo memorias en mi frente,

buscándome la boca que repita

 

la gloria de tu lar. Tu gloria, Priego,

amasada en artesa de armonía,

bajo el beso caliente de María,

creadora de tu rosa y de tu fuego.

 

Una mano de flor -lejana espuma

de infiel Guadalquivir- te dice: -!vente!,

pero tú sigues fiel al inocente

mensaje del olivo que rezuma

 

calladas emociones de tu gloria.

Sólo el alto querube me acompaña

por tu campo feraz, en cuya entraña

se cuajaron los robles de la historia.

 

y al llegar a tu monte, con el dedo

extendido, me dice: «Duerme ahora

la ciudad que cantó cuando la aurora

de la Patria brilló sobre el denuedo

 

de los bravos Omeyas. Duerme, santa,

la ciudad que vibró cuando Fernando

era fiel sembrador de Cristo, dando

perdones por fierezas. La garganta

 

de Priego tuvo voz, voz de Cruzado

vencedor de caídes. Duerme ahora

porque reina la paz y es labradora

la copla del gañán junto al arado.

 

Una extraña cadencia se estremece

en la fuente plural, y grita el ave

y vuela la campana. Priego sabe

a Patria despertada porque crece

 

la nueva Primavera su alegría

de honores y liturgias. El querube

se lleva su oración hasta la nube

donde tiene su pie Santa María[1].



[1] Adarve, 19-9-54. Año III. Número 103. Página 5.