RAFAEL MORENO MONTORO
La salada nostalgia
del agua de tu río
aspirante a mar.
La luminosa nostalgia
de la cal de tus paredes
puro espejo de sol.
Y el recordarte
sereno, audaz, desafiante
a la orilla de tu Adarve,
como encaramado a la frente de un gigante
con castillo por corona,
me hace olvidar el tiempo
y enredado en el espacio
despreciando las leyes y las fuerzas,
me convierto en algo tan tuyo
que no siento más que tu piedad,
tus fuentes, tus calles
(rezumando aún embrujo a borbotones),
tus árboles, tus plazas
y tus iglesias? tus iglesias
que llenas de esa dulzura fresca,
convidan a beber de amor por todo
y para todo,
y me convierte en el niño que fui
quién sabe cuando,
quizás hace mil años.
Carrera de las Monjas, del Águila,
Caracolas,
San Francisco,
Sagrado Corazón, Calvario, Fuente del Rey.
Un enjambre de lugares
me nublan los sentidos.
Porque estás justo en mi norte,
todos mis pensamientos te apuntan.
Y cuando se cumpla en mi carne
lo de volver al polvo del que venimos,
pido a Dios ser,
polvo de Priego,
tierra de Priego,
para poder fecundar así
con mi cuerpo la tierra,
la tierra de mi cuerpo.