MIGUEL ROSA CARAZO

PORQUE SÓLO ES AMOR LO QUE PERDURA

                      I

Priego es tierra con alas rumorosas

puesta entre claridades y entre ríos;

silencios artesanos ponen bríos

en sus casas, sus fuentes y sus rosas.

Multiplicadas manos afanosas

tejen el viento de sus poderíos,

hacen de surco y voz sus albedríos

dan al aire de ser sus mariposas.

Sencillo manantial de ser humanos,

albeante corazón de sangre alerta

donde un giro de Dios tiende su vuelo.

A la solemnidad de ser hermanos

crece una ingente claridad abierta

elevando cantares desde el suelo.

              II

Desde el Adarve el óleo de la vega

pone al pintor del alma enamorado.

De verde en verde salta iluminado,

que a la verdad de la belleza llega.

La mies hace de mar mientras se anega

en anhelo de pan multiplicado.

Soñando surcos dormirá el arado.

En la tarde la luz con la luz juega.

Campo de mi niñez, campo prendido

en el centro más puro de mi vida:

voy hasta tu canción, en ti me apoyo.

Para cantar me siento contenido

en tu paisaje, luna repartida

como el agua del mar en el arroyo. 

                     III

Iluminados campos de mi tierra

que le abarcáis a Dios luz y motivo,

lucís en la bondad de lo cautivo,

corazón mudador que nada yerra.

Sois para mí la mano que se aferra

a mi movible adversidad de vivo.

Hacia vuestro paisaje me derivo

huracanado y solo con mi guerra.

Si ayer no fuisteis más que en lontananza

libertad verdecida y circundante,

ahora sois un presente de labranza.

Niño a tu alrededor claro y amante.

Priego, campo y estrella en la bonanza

de un rumoroso aletear distante[1].