RAFAEL RUBIO-CHÁVARRI
I
Todo está como entonces,
La jugosa fruta madura en la huerta.
Y los viejos telares somnolientos
se adormecen en su cansado ritmo.
La primavera vuelve...
Vuelve la flor del naranjo y de la oliva.
Y en la tarde se alarga la sombra del castillo.
II
Si regresaras de tu lejana playa
a ciegas podrías caminar en tu pueblo,
y encontrarlo otra vez semejante a sí mismo.
Te asaltaría tu ayer en cada esquina
con los nombres de siempre
-que olvidaste quizás-remotos y transidos...
y nos darías tu verso
derramado en nostalgias...
Tu dolor de saberte renovado y distinto.
III
Sólo yo, que he crecido de prisa
en la tarde del tiempo
-hombre ya que dejó de ser niño-,
me sentiría en tus ojos
forastero y extraño
-improvisado y nuevo en el paisaje antiguo-
si mi corazón no estallara en tu presencia
y no te reconociera por su grito[1].
[1] Adarve, 12-4-1964. Número 602. Año XIII. Página 5.