Poemas a Priego - Poesía
NEPTUNO (y otros poemas)
A la memoria de Remigio del Mármol. "... Es un arte de privilegio, de nobleza de nervios, de aristocracia instintiva". Ortega y Gasset.

JOSÉ SOLDADO G.



 

           NEPTUNO

 

                          I

De tu mano amadora, de la umbría,

de la estancia final y pertinente,

del amor a tu pueblo y a su gente,

de la liza bucólica y tardía

 

surgió Neptuno, fiero no, al día,

blanco más que aquel liquido corriente

que tanto envidia el que de sal rugiente

luces no bebe en cálida armonía.

 

Y Anfítrite, la bella pescadora,

la desierta beldad entre sus fuentes,

el agua goza y goza la mañana

 

y, entre los faunos que a Cubero mientes,

inclina a resurgir ya vencedora,

diosa frágil, álgida, temprana[1].

 

 

LA FUENTE DEL REY ENTRE EL OCASO Y LA ALBORADA

 

La noche se avecina lentamente

sobre los caños huecos el destino

de más de cuatro siglos de camino:

hacia la mar el agua de la fuente.

 

Despierta el lirio en su fulgor silente

se adormece la luz en suave trino;

el dios del agua busca en el endrino

algún destinatario del tridente.

 

Mundo de faunos, fauces y misterio,

fieras salvajes, sórdida mirada,

dioses de piedra en dulce refrigerio;

 

es el festín del arte, la algarada,

el sueño más humano, sahumerio,

el fin de otrora noche: la alborada[2].

 

 

EL DUENDE DE LA VILLA

 

Un duenda es un ser libre que Dios quiso

pudiera ser canción, ya un alma humana,

o un agua azul que de la tierra mana

para frescura de aquel paraíso.

 

Mira el clamor del agua; lo preciso,

lo saltarín, que bulle tramontana

bajo la piedra, desde la mañana,

salvaje Partenón, agraz friso.

 

Poner puertas al campo y hasta allende

llegar, encarcelando un bello duende,

es como hacer de un persa Trabisonsa.

 

Deja al duende a su aire, que sea libre,

no me seas genio de mayor calibre

del necesario que te corresponda[3].



[1] Adarve, 15-8-1981. II Época. Año VI. Número 127 y 128. Página 29.

[2] Fuente del Rey, marzo 1987, número 39, página 13.

[3] Fuente de Rey, mayo 1987, número 41, página 13.