POESÍA DE ENRIQUE ALCALÁ ORTIZ - Chaparrada
05. DE LA CARNE DE MIS AGUAS (4)

© Enrique Alcalá Ortiz



16. MÁS DINERO PARA EL MAR

 

         Más dinero para el mar

de esa guerra innecesaria

que nunca se acabará.

 

         De ese guerra innecesaria

que hace del hombre Satán,

demonio de la desgracia.

 

 

17. ¡QUÉ SE PUDRAN EN UN CHARCO!

 

         ¡Qué se pudran en un charco,

si están siempre en la puerta

y con los brazos cruzados!

 

         Si están siempre en la puerta

con los ojos entornados

y con la boquita abierta.

 

         ¡Qué se pudran en un charco

las personas que no piensan!

 

                         

 

18. ESCUPIENDO

 

         Para adelante, para atrás,

que ellos tienen las riendas.

Nosotros a caminar.

 

         Nosotros tan programados,

ni pensamos lo que hacemos

todo nos lo dan mascado.

 

         Así tan sencillamente

allanan todos los montes,

aniquilan cualquier mente.

 

         Mueven bocas y hablan.

Así se ganan la vida

escupiendo las palabras.

 

 

19. ¿PARANOIA?

 

         ¡Qué este hombre está loco!

Yo lo digo porque veo

que lleva razón en todo.

 

         Si le da hambre, pues come;

si desea amar, pues ama;

si desea cantar, pues canta,

y lo que quiere se pone.

 

         En cuando le da la gana

se lava los pies, si quiere,

dentro de una palangana.

 

         ¿Qué este hombre está loco?

Siempre hace lo que quiere

sin importarle los otros.

 

 

20. AGUA RECTA

 

         Esto desean que yo

haga siempre

 

         Que mi canto, sea el canto

que ellos quieren.

Que mi voz, sea la voz

que ellos suenen.

Que sus ideas, las ideas

de mi vientre.

Que sus vahos, los perfumes

que he de olerle.

Que mi sed sea calmada

en su fuente.

 

         Pero hay un eco muy largo

que me muerde:

 

        Que yo no soy de un tenderme

a esa norma prefijada.

¡Qué no es de viento mi mente!

 

         ¡Qué sogas de áspero esparto

son laureles,

que orgulloso luciré

en mis sienes!

 

         Que esos vuelos que cabalgo

me sostienen.

 

         ¡Qué yo no soy de un tenderme

si no quiero, si no quiero!

¡Qué el libre pensar me yergue!