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I
Río Salado, río Salado,
collar de sedas y nardos.
Viñedo seco y olivar
se inclinan sobre tus pasos
en ceñido cinturón.
En la llanura del prado
se mueven las sinfonías
melancólicas. Al rato
bailan abrazados
todos los escondidos guijarros.
Al compás de esta cantata
que resuena en los meandros,
caracoles de sirena
se dan besos apretados.
Escondiéndose las rocas
a la sombra de los pájaros
que picotean tu cuerpo
cuando se pone en verano
su traje de margaritas
con perlas de color sapo.
Búscate una novia guapa,
-¡qué eres fiel, río Salado!-
entre los valles del pueblo
llenos de cortijos blancos,
donde las lozanas mozas
saben de tu verde encanto.
Muéstrate mozo entre mozas,
-¡color de joven lagarto!-
para los ojos, suspiro;
en las huertas, un regalo.
Nunca dejes la alegría
del suave rumor cercano
que producen tus sonrisas,
río Salado, río Salado.
II
Río Salado, río Salado,
con amor de los juncales
en tus orillas cerrado.
Tres aceitunas, corales
de tu anillo de casado,
te dibujas cuando sales.
Tres golondrinas te han dado
tres besos angelicales.
Río Salado, río Salado.
III
Rezumas en tus arenas,
-perlas de nomo ahogado-
el sabor de tu sonrisa,
cristal de niño mimado.
Y en tu saliva salobre
un enanillo enterrado
te recita tus andanzas
con un arpa, río Salado.
IV
Corro a tu vera con ganas
mil de tenerte abrazado
y cubrirme con tus aguas...
¡Río Salado, río Salado!
AL RELOJ DE LA PLAZA
Cuatro patas o ninguna,
tronco de cono y tambor;
con adelanto y retraso,
tiene corbata el reloj.
Soporta del uno al doce
-tísico de misma voz-
toda la noche tosiendo,
tiene pulsera el reloj.
Las horas son futbolistas
que marcan siempre un gol;
vestido con calzoncillos,
tiene corbata el reloj.
Tambor, tambor, retador
son las horas del reloj.