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PROPAGANDA ELECTORAL
Resumen crítico de algunas ofertas electorales que los diferentes partidos hacen con el objetivo de intentar ganarse el voto de los electores.
© Enrique Alcalá Ortiz
Después del aluvión, viene la calma. Días de tormenta informativa y de aturdimiento para los ciudadanos que ven como sus ojos y sus oídos son llenados con mensajes y diferentes eslóganes, algunos verdaderos disparates, pidiéndole el voto. Según prometen, van a luchar por mejorar nuestras vidas hasta los extremos del éxtasis y del nirvana paradisíaco, pero claro, una vez conseguido el escaño y con el sueldo asegurado. Después, como está demostrado, es mucho menos. Bastante menos. Cuando el asunto hierve, nadie conoce el producto original y muchos menos se acuerdan de las ofertas.
El gran público, es decir, la mayoría de los electores de a pie no conoce la edición completa de los programas electorales que tan sesudamente elaboran casi todas las formaciones que se echan al ruedo de la contienda política. Al correo, en los días de campaña, llegan cartas y folletos de propaganda donde escuetamente exponen los puntos principales en los que apoyan su petición de voto, junto a las papeletas con los nombres de sus candidatos, en el caso del senado con la cruz puesta en los de su partido para que el votante no se dé trabajo. Y esto lo hacen las agrupaciones políticas mayoritarias, las que ya han conseguido representantes en las anteriores convocatorias, puesto que las que están sin representación, en la mayor parte de los casos se entera uno de ellas cuando va al colegio electoral y se encuentran con un buen montón de opciones diferentes a las que los medios de información han dado aire y cancha propagandística.
Andalucistas.
Sin diputados en la última convocatoria, los andalucista pregonan en su propaganda el grito Nos van a oír, cuyos candidatos lo vocean a las puertas del Palacio del Congreso. Buenas intenciones de unos postulantes que no son escuchados por los andaluces, a pesar de los gritos aumentados con las caracolas de sus manos ahuecadas. Exponen que sin andalucistas, Andalucía no existe en Madrid, lo que es bastante cierto a pesar de los 61 diputados elegidos en estas tierras sureñas. Desean un plan de choque contra el desempleo, algo extraterrestre, puesto que nadie sabe hacerlo, culpando a los partidos mayoritarios del grave problema del paro. Quieren un reparto de las inversiones del Estado con criterios de tasa de paro y nivel de renta, parar los recortes sociales, reforma de la ley electoral, limitación de mandatos, una sola tarea y un solo salario. Lo último es fácil decirlo puesto que su formación ni tiene mandatos, ni tareas y por lo tanto ni salarios.
Unión, Progreso y Democracia.
Puede ser sinónimo de aquel grito franquista que decía Una (Unión), Grande (Progreso) y Libre (Democracia). La educación recibida nos sale, queramos o no a pesar de los cambios políticos. El subconsciente nos brota cuando menos los pensamos. El grito sigue siendo el mismo con otros sinónimos. No somos nadie. La carta de su candidata a la Presidencia del Gobierno no luce ningún eslogan, se aparta así de la metodología de las otras formaciones políticas. Y también se aleja el método expositivo puesto que es la que más propuestas claras propone y la que usa menos demagogia y conceptos generales. Sus intenciones son concretas, explícitas, evidentes y manifiestas. Por esta razón, si tuviéramos que puntuar dentro de un concurso, se llevaría el premio a mucha distancia de los otros concursantes. Deja claro la crisis política, autonómica, administrativa, de gestión y de corrupción que padecemos. Quiere la eficacia del Estado, la educación, sanidad, suprimir los privilegios de los políticos, impedir que los imputados vayan en las listas, expulsar a los políticos de los consejos de administración de las cajas de ahorro, reforma laboral con un contrato único, suprimir las diputaciones, fusionar ayuntamientos, reformar la Ley Electoral, la Constitución, darle más fuerza al Gobierno de la Nación frente a las autonomías, regenerar la democracia, etc.
Izquierda Unida.
En un escueto folleto del tamaño de un cuarto de folio nos presenta la imagen del candidato a la Presidencia del Gobierno sin corbata y el cordobés con una llamativa que luce los colores de las banderas española y andaluza. Buen detalle e ilusionante mensaje, si bien considero que muy pocos votantes, han caído en la cuenta, y muchos menos han elaborado la supuesta propuesta de un estado español integrado por las autonomías. En plan telegráfico nos hablan de la crisis y el paro, culpando de la actual situación tanto al PSOE como el PP. Proponen quitar la crisis ayudando a las pequeñas empresas y que paguen los que más tienen, y algunas ideas difusas como democracia frente a mercados e ilusión por el futuro. Su grito es Rebélate que se hará efectivo si les das su voto. Su eslogan nos recuerda el de algunos libros que nos han llegado de Francia y que han adoptado el movimiento 15 M.
Partido Socialista.
Como no podía ser de otra forma, el candidato socialista habla de la crisis económica y el desempleo como su mayor preocupación y su compromiso de trabajar en este campo y en la reforma de las instituciones que no especifica, objetivos que alcanzará con la ayuda de todos. Pero como habla desde su gestión anterior como miembro del Gobierno, el asunto es poco creíble. Sus siguientes propuestas son generalistas y nada concretas, algo que todos asumen sea de la tendencia que sea como los "valores", sin especificarlos, avances sociales, igualdad de oportunidades, educación, sanidad pública, pensiones, la innovación y formación. Nos parece poco adecuado su eslogan Pelea por lo que quieres, el término "pelea" nos retrotrae a épocas más salvajes cuando las controversias se dirimían a garrotazo limpio.
Partido Popular.
Aprovecha la herida de nuestra sociedad con cuya sangre alimenta la primera parte de su programa, pues el folio de propaganda lo llena por el anverso y reverso. Lo primero es el empleo. Resalta la crisis, los cinco millones de parados y culpa a los socialistas de no haber reformado a tiempo, tarde, incompleto y de los recortes sociales que ha realizado. La consecuencia de su planteamiento es que España necesita el proyecto de cambio que ellos representan. Su tesis es la consabida: ellos son muy malos y nosotros muy buenos. La segunda página en seis puntos de varios colores y claros para su lectura, peca de lesa majestad y demagogia, como la mayoría de los anteriores programas. Es música celestial cuando me ofrecen una democracia ejemplar, política europea, proyección exterior, poner al ciudadano en el centro del sistema, educación de calidad y en libertad, y reforma del mercado laboral, todo sin especificar las actuaciones concretas para conseguir dichos objetivos generales. Termina con Súmate al cambio, recurso muy manido y poco original, pero por lo visto bastante efectivo puesto que ha sido usado varias veces por partidos de signos contrarios.
Resumiendo: sobresalen, por su fondo, UPyD con sus propuestas concretas, y el PP, en la forma, por su presentación metodológica y expositiva.
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