© Enrique Alcalá Ortiz
riego se enorgullece de haber sido cuna de una floreciente industria textil, primero de sedas y tafetanes y durante más de seis décadas de este siglo de patenes y driles. La superficie del pueblo se llenó de telares mecánicos, muchos de ellos movidos con calderas de vapor, que hizo de nuestra ciudad sino un pueblo industrial, sí industrioso. Empresarios, profesionales, mano de obra y técnica nos dieron un bien ganado prestigio.
Cuando hoy ya todo esto se ha quedado en los libros de nuestra historia, Amelia Valverde y Consolación Cervera, con la colaboración de Domingo Pedrajas nos traen una muestra de tejer con telar manual ya en el recuerdo y que ellos, quieren recuperar no sólo como actividad ocupacional de horas de ocio, sino como iniciadores de un movimiento de rescate de una labor artesanal perdida y que puede tener, con una buena promoción, gran importancia turística y comercial, como la va consiguiendo la comarca alpujarreña con su "jarapa" que se hace cobertor, manta, manto, capa, cortina, cojín, alfombra y objeto decorativo.
La exposición es un recorte de estallido pictórico que se ha grabado en cada una de las piezas presentadas. La textura gruesa del tejido unida a la pureza del color usado recortan un cuadro de calidades y cualidades casi pictóricas conseguidas por esa lanzadera que se convierte en pincel en cada uno de sus movimientos. Las franjas de colores, en un amplio collar de variedades, son como la descomposición de esa luz solar que nuestros artistas han hecho suya y han reflejado de nuevo con la impronta artística de su personalidad. Lo recoleto de esta tejida obra, en su diseño, trama y confección, alivian el ánimo a tanto producto como nos invade falto de personalidad y fabricado en serie.