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A JESÚS NAZARENO
Charo Enériz, desde Navarra, detalla la sensibilidad del pueblo hacia la imagen del Nazareno.
© CHARO ENÉRIZ
(Desde Navarra)
Yo prometí al Nazareno
un día de Primavera
que a su serena presencia
no tardando, yo volviera
y que mi blanca mantilla
en su procesión luciera.
Se lo prometí llorando
con emoción y con pena
porque me marchaba lejos
y no si cuando volviera,
Yo le dije, ¡Padre mío!,
concédeme el gran honor
de desfilar para ti
con todo mi corazón
y pedirte tantas cosas
unidas en oración
con todas las buenas gentes
de tu hermosa población.
Gentes dulces que te aman
que te respetan y quieren
y que a diario se vienen
hasta tu iglesia dorada.
Pero yo quisiera más,
además de tu permiso
quisiera con humildad
rogar a todo tu pueblo
que me deja desfilar.
Estar muy cerca de ti
para poderte rogar
por esta mi tierra fuerte
que tan intranquila está.
Pedirte por mi Navarra
con todo mi corazón
para que tus ojos dulces
miren como sabes tú.
Como me miraste a mí
y enseguida comprendí
que jamás te olvidaría
y que volver más, quería
hasta los pies de tu altar.
Dime pues, Nazareno
¿Me dejarás desfilar?
En mí estará mi Navarra
y tú me dirás que sí
porque desde mi ciudad
me envía tu santa abuela,
Santa Ana, mi patrona
que me dice, ¡vete sí!
Ve junto al nieto divino
y llévate mi cariño
en tu mantilla gentil.
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