¿Versos...?
Llegaron por fin los días
de fiestas y regocijos;
de animación, de alegría,
de tajadas, de porfías,
y abandono de cortijos.
Esto es una Babilonia
yo no he visto otro burdel;
¡qué dichoso será aquel
que resida en Patagonia,
en Canarias o en Argel!
Millares de forasteros
se apoderan del Casino,
sin reparar en porteros,
y trasegando buen vino,
pasan una siesta al pelo.
Ni cafés ni fondas hay
donde pasar media hora
pues la gente bullidora
con su eterno guirigay
todo lo atropella ahora.
¿Pues y las calles? ¡Horror!
Ahora vamos a lo gordo;
Sólo digo ¡Vive Dios!
¡qué dichosos son los sordos!
Los gritos del turronero;
el chin chin de los tiovivos;
el que vende caramelos,
con treinta mil adjetivos.
La charla del sacamuelas,
el remedio del callista
y un angelito que canta
?llevo lentes pa la vista?.
Matas negras a mis lares,
y un manco de profesión,
que no sabe más canción,
que el tango de los lunares.
Veintitrés con gaseosas
cuatro o cinco con helados
que yo los tendría en Melilla
por sus gritos destemplados.
Treinta puestos de avellanas,
quince tiendas con juguetes,
muchas más de tiro al blanco
triquitraques y cohetes.
Dos hermosas nevarías
adornadas con esmero,
donde se deja el dinero
la varonil pollería.
La rifa del Hospital
donde están las señoritas,
con su gracia y con su sal
vendiendo papeletitas.
Y en menos que tarda un credo
si se descuida un simplón,
se queda sin más remedio
como el gallo de Morón.
También fieras han llegado
(por si aquí no las había),
y arman tal algarabía
que nos tienen... asustados.
Los chicos organilleros
¿pueden faltar? Imposible;
que son castigo del cielo
con su música insufrible.
Además, los barquilleros
ideal de las niñeras;
y cinco mil betuneros
que yo los echaba fuera,
por patosos y lateros.
Hay productos de Lucena
como candiles, velones,
cascabeles, esquilones,
raros puños de bastones,
y varias cosillas buenas.
De La Rambla, los botijos,
blancos, verdes, encarnados,
fuentes y platos pintados
que adornarán los cortijos,
del que los haya comprado.
La sin par calderería,
tras de reclamo un martillo,
que lo maneja un chiquillo
con sin igual maestría,
machacando un calderillo.
Las rifitas de a perrilla
nos tienen bombos a todos;
tocan cuatro campanillas,
y charlotean por los codos
mostrando sus maravillas.
Además, otros festejos
oficiales, anunciados,
han salido estropeados;
no por falta de consejos,
ni por falta de cuidados.
Más bien la iluminación
probada ayer con fortuna;
y mejor la instalación
de casetitas morunas.
fuera de la población.
El mercado de ganados
promete estar concurrido;
y bastantico mejor
los torillos anunciados
a redoble de tambor.
A no haber fenacetina
(lo confieso con presteza);
cómo estarían las cabezas
¡con diversiones tan finas
y tantos perros de presa!
Otras muchas cosas hay
pero como esto es largo,
puede seguir el encargo
don José Echegaray.
Priego, 1 septiembre 1906.
ESCANDÓN: Priego en broma, ?El Defensor de Córdoba?, número 2073, 1 de septiembre de 1906.