© Enrique Alcalá Ortiz
l prieguense poeta, dramaturgo y articulista Carlos Valverde López escribe en sus ?Memorias íntimas y populares? correspondiente al año 1881: ?El día del Corpus, mientras que la procesión discurría por las calles, murió en su casa de la calle de los Herreros mi querido amigo y compañero en letras el presbítero D. Domingo Arjona y Casado después de un año y medio de horribles padecimientos, con santa paciencia soportados. Aunque muy joven, era doctísimo en Sagrada Teología, excelente orador e inspirado poeta. Tenía además una hermosa voz, gracias a la cual obtuvo una beca en el Sacromonte con la obligación de cantar en el coro (...)?.
Sin embargo, la fecha concreta de la muerte del presbítero poeta Domingo Arjona y Casado fue el 8 de junio de 1882. El óbito ocurrió en su casa de la calle Herreros (actual Antonio de la Barrera) de Priego de Córdoba cuando tenía 30 años de edad. Según el certificado del médico Francisco Guardia, la muerte fue producida por ?absceso por congestión malvertebral de Pott?. El llamado ?Mal de Pott? es nombre genérico de las afecciones inflamatorias por tuberculosis de la columna vertebral. Fue sepultado con entierro solemne en el cementerio del Santo Entierro de Cristo.
Domingo Arjona y Casado nació en la entonces villa de Priego, perteneciente en lo eclesiástico a la Abadía de Alcalá la Real (Jaén), el día 15 de junio de 1852 a las cuatro y media de la tarde en la calle Herreros, siendo bautizado al día siguiente por Juan Toledano, cura teniente de la parroquial única de Santa María de la Asunción, recibiendo el nombre de Domingo María de Santa Benilde. Hijo legítimo de Juan José Arjona, con ejercicio de zapatero y de Manuela Casado, su mujer. Fueron sus abuelos paternos Domingo Arjona y María Isabel Aranda, su mujer ya difunta, y maternos Luis Casado, difunto, y Juana Vellido, su mujer, todos naturales y vecinos de Priego, excepto la madre de nuestro poeta y abuelos maternos que procedían de Porcuna, Obispado de Jaén. Fueron sus padrinos Domingo Arjona y Antonia Rojas, su tercera mujer, y testigos Serafín Arjona y Juan de Dios de Gámiz.
Domingo Arjona y Casado estudia la carrera eclesiástica en Granada. Por entonces, ciudad universitaria a la que acudían los pocos prieguenses con medios económicos suficientes para poderse costear una carrera. En el año 1871, junto a él, estudiaban en el seminario del Sacromonte los también prieguenses Antonio Linares Martos, Antonio Aguilera Jiménez y su hermano Juan de la Cruz, y Francisco Villén Luque. Como él mismo, la mayoría de estos condiscípulos se ordenarían de presbíteros y ejercieron su ministerio en Priego de Córdoba. Se educa en el seminario durante ocho años, al término de los cuales se ordena sacerdote adquiriendo una extensa cultura humanística que pondrá de manifiesto en sus escritos y sermones.
Siendo estudiante en Granada, pronto aflora en él su afición a las letras pues colabora como articulista en un diario granadino. Allí frecuenta la amistad de su paisano Carlos Valverde López, por entonces estudiante de Derecho y de Edmundo Roure de quien nos dice: ?Edmundo Roure y yo hemos sido muy amigos; por espacio de ocho años Granada nos han visto juntos en la iglesia y en el café, en la prensa y en el teatro, en el paseo y en la tribuna. No obstante su procedencia angloamericana, conveníamos admirablemente en religión, en genio y en extravagancias?.
Ejerciendo su sacerdocio en Priego de Córdoba, y añorando sus años de periodista en Granada, con más ilusiones que medios, emprende la creación y dirección de la revista quincenal de literatura ?La Amistad?, publicada desde octubre de 1877 a noviembre de 1878, cuyos beneficios se destinaron al Hospital de San Juan de Dios de Priego. Fue la primera revista con cierta periodicidad editada en Priego, si bien su año de vida nos hace pensar que el producto de las ventas no sería suficiente para cubrir gastos por lo que tuvo que desaparecer. Además de su director, fueron principales redactores y colaboradores Carlos Valverde López, Francisco Zafra, Melitón Escamilla, y Gabriel de Enciso y Núñez.
Esta inquietud periodística ya propagada a sus amigos de la intelectualidad prieguense la lleva a la sociedad ?Casino de Priego?, fundada en 1848. En el Casino, ya en 1872, se había comprado un piano y se contrataba a un pianista quien durante todas las noches amenizaba con sus teclas el ocio colectivo de los contertulios. Animados y enaltecidos por la novedad, un grupo de socios solicita a mediados de 1876 la creación de una sociedad filarmónica a los que se les encarga un proyecto, pero del que nada más sabemos.
Años más tarde, la llegada al Casino de un grupo de letrados y cultos jóvenes va a propiciar un renacimiento cultural dentro de la sociedad. Desde ahora, una gran parte de los miembros no se van a limitar a leer el periódico, pasar el tiempo jugando al billar y a las cartas, sino que su inquietud buscará placeres culturales allí donde su ánimo inquieto encuentre el gozo apropiado a sus necesidades intelectuales. Así, a principios de febrero de 1881 bajo la presidencia de Rafael León e Iquino, siendo ponente Carlos Valverde López, se aprueba la redacción de unos estatutos para la creación de un Liceo científico, artístico y literario. En el grupo de los redactores del proyecto estaban representados escogidos intelectuales y propietarios como, Carlos Valverde López, poeta y dramaturgo, Juan Callava Fernández, secretario del Ayuntamiento, nuestro presbítero Domingo Arjona Casado, ya enfermo, además de Eusebio Castillo Bueno, José María Lozano Alcalá-Zamora, Rafael Entrena Rico y el notario Ramón Linares Martos. El Liceo crea las secciones de Música, Pintura y Escultura, Declamación, y, Ciencias y Literatura, precisamente en ésta se programó la edición de un periódico. Para hacer realidad el proyecto, se inscribe como socio en 1882, pero unos meses antes, se produce una grave disputa en el Casino y como resultas se divide en dos entidades, ?Casino Primitivo? y ?Círculo de Priego? y precisamente después de la escisión no se encontraban en situación de aventuras editoriales, sino en resolver a trancas y barrancas la merma reales en caja por la baja de los socios.
Domingo Arjona y Casado fue hermano mayor de la Cofradía de la Soledad en los años 1879, 1880 y 1881, es decir hasta casi el año de su muerte. Dentro del contexto de la época era normal que las cofradías estuvieran presididas por un sacerdote. En este período, en la citada Cofradía estaban dados de alta 25 clérigos. Antes que él fueron hermanos mayores los también sacerdotes Antonio María Calvo-Rubio y Arias, José Aguilera y Arjona, y Joaquín Arjona y Montoro. Después de su muerte, le sucedería en el cargo José Torres Hurtado y Cano.
Si bien en la década sesenta del siglo XIX la Cofradía de la Soledad entra en la vorágine de sus homólogas del Nazareno y Columna al traer predicadores de fuera, en la década siguiente casi todos los predicadores serán escogidos entre los sacerdotes de la localidad. Uno de los que más fama consiguió fue precisamente Domingo Arjona y Casado quien predicó en las fiestas de mayo durante los años 1877, 1880, 1881 y 1882. Tan emocionados quedaron los hermanos de la Soledad con sus sermones que un año le hicieron el obsequio de ponerle en su fachada iluminada, con asistencia de la Banda de Música Marcial que dirigía Antonio Morales, un vítor lujoso, ?en justo reconocimiento de la magnífica oración filosófica e histórica que pronunció (...)? Este entusiasmo continúa más tarde cuando lo hacen cofrade oficial con todos los honores.
Su íntimo amigo dice de él: ?Era, por último, un verdadero humorista, pero de gracia finísima y culta.
Paseábamos una tarde por Granada: él iba de manto y beca y, por lo tanto, como nos cruzáramos con el Sr. Peñuela, dignidad y Chantre de la Catedral, lo saludó reverentemente.
-¿Has visto qué bueno soy? ?me preguntó ya que hubimos andado algo, lo saludo en vez de saludarme él.
-¿Y por qué te había de saludar? ?le repliqué.
-Porque soy más que él; él, ¿no es chantre?
-Sí.
-Pues yo soy más: sochantre.
Antes de ordenarse de presbítero, firmaba siempre sus escritos con los dos apellidos ?Domingo Arjona Casado?, luego que fue sacerdote no usaba más que el primero.
-¿Por qué no firmas con tus dos apellidos? ?le pregunté.
-Porque un cura no puede ser casado ?me respondió.
Su producción literaria abarca la prosa y poesía. En sus artículos aparecidos en su revista ?La Amistad?, con el nombre genérico de ?Frases corrientes? dedicados al calor, pelo, ropa, pájaros, música, etc., demuestra en dominio de las frases populares y expresiones hechas que mezcla con su amplia cultura clásica, literaria y científica, añadiéndole siempre notas de sano humor, hasta en algunos alza la bandera de lo social con frases como ?del mismo modo que hay en la vida social usureros, vampiros de levita, que han amasado su sustento con lágrimas de los pobres? o hace crítica de las modas extranjerizantes para conseguir unos textos bastantes asequibles aún en la actualidad. Como muestra de uno de ellos, tomamos su artículo dedicado a las frases hechas sobre ?el calor? sus conocimientos científicos le afloran cuando cita ?al aparato de Melloni?, ?calorímetro de Lavoisier?, ?la caja de Ingenhousz?, ?termóscopo de Leslie?, ?perímetro de Wedgwood? y ?anillo de Gravesaude?. Y dentro del contexto magistralmente hilvanados detalla y explica las ?frases corrientes? y vocablos, calor, frío, abrigada, encenderse, temple, incendio de su espíritu, humores espirales, antorcha de la verdad, quemarse, ardor de la disputa, acalorarse sin motivo, inflamarse dentro de su corazón, fuego del orgullo, arder en ira, enrojecer las mejillas, llama celestial de las virtudes, ardiente odio, calcinado desierto de la vida, medios de enfriamiento, el fuego que nos consume, la llama que nos deslumbra, la frialdad de la lógica, libre de toda calentura, fríos desengaños, para terminar con una frase jocosa y refrescante ?si después de todas nuestras investigaciones, nos equivocamos, entonces...estamos frescos.? Con esto se adelantaba en bastantes años a los investigadores del uso del idioma entre los que destaca el extraordinario trabajo de María Moliner en su ?Diccionario del uso del español?.
Su vena periodística le sale en la composición poética titulada ?La Cruz de las Mujeres?. Sin lugar a dudas, una de las historias trágicas más fascinantes que tenemos en Priego es la que recuerda la cruz que existe en el monte llamado ?la Pata Mahoma?. A pesar de nuestras indagaciones, no hemos llegado a tener una idea bastante clara del motivo que provocó que dos jóvenes mujeres, Elvira y Pilar, al parecer hermanas, subieran al monte y se dieran muerte mutuamente. Los impulsos últimos del doble asesinato (u homicidio voluntario), se nos escapan. Le faltó al suceso un García Lorca que hiciera literatura un drama tal envergadura. La tradición cuenta que las dos muchachas, hermanas, vivían por la calle Rinconal del Parral y amaban al mismo chico. Después de la fiesta de la despedida del mozo para marcharse al servicio militar, subieron al monte, discutirían, se fueron de las manos atacándose con armas blancas, hasta producirse la muerte. Este hecho tan trágico acaecido probablemente en la segunda mitad del siglo XIX impactó profundamente a la población prieguense levantando una cruz, en el lugar de los hechos, hoy protegida por una pequeña casita, que con el paso del tiempo se convertiría en un lugar sagrado al que acudían y acuden mujeres con ramos de flores y coronas para seguir haciendo ofrendas florales así como con rosarios en la mano para realizar oraciones y pedir por las almas de las dos desdichadas. Aparte de publicaciones sueltas y colaboraciones en periódicos, en 1880 publica en Málaga un libro de poesías titulado ?Armonía? donde deja traslucir su profunda religiosidad y el amor a su pueblo natal.
Sus temas poéticos tienen un hondo contenido religioso acorde con su estado eclesiástico, como el titulado ?Nochebuena? y la ?Oda a María Inmaculada? tema mariano tan de moda en los poetas del siglo XIX. Abundando en el tema de las vírgenes están las tituladas ?A la Virgen de la Cabeza? y ?La Fuente de la Salud?, pero en este caso dos destacadas devociones prieguenses que además le sirven para detallar el lugar donde están instaladas y poner algunas notas de contenido histórico.
Si bien ejerció de periodista en Granada, en los diarios de Córdoba sus publicaciones reducen a una noticia y una poesía ambas aparecidas en El Diario de Córdoba el año 1.880 cuando cuenta veintiocho años de edad.
La noticia llega de Italia donde le conceden la medalla al mérito literario y el título de socio correspondiente de la Asociaciones dei benemeriti-italiani de Palermo (Sicilia). Un año antes había sido premiado en el certamen literario celebrado por la Casa Cervantes en Valladolid el 29 de septiembre de 1879 con una oda dedicada a María Inmaculada.
La oda que presentamos dedicada a la Inmaculada es una obra de juventud realizada en sus años de seminario en Granada y formada parte de una publicación de tema religioso publicada por haber sido premiada. El poema empieza ponderando la belleza de la Virgen, será más bella que el sol, la luna, las estrellas, radiantes de hermosura, madre y al mismo tiempo inmaculada. Admirada por toda la corte celestial que ven en ella la paz, la redención, ser templo de Dios y más admirable que todas las heroínas de la Biblia que se consideran sus precedentes. Para los mortales es consuelo, cobijo, bienhechora, extirpadora del pecado, y admirada por toda clases de artistas entre los que cita, Rivera, Atanasio, Vernet y Murillo, siempre con ese aire de hombre ilustrado y culto que emanan sus escritos. Ante ella acude para que sea su consuelo.