© Francisco Flores Callava
la altura de sus ochenta años ?la edad de los fuertes según canta el salmista? la vida de Don Ángel es un magnífico canto a la gloria de Dios. Porque corona esta cima ?a la que llegan los menos? cargado con la plenitud gozosa, henchida y exuberante, de plurales actividades apostólicas.
Al recoger estos jirones de su vida, siento un miedo respetuoso. La impresión del que pone manos manchadas en manojo de azucenas. A pesar del natural pudor de las almas sencillas, que recatan para el trato con Dios su propia intimidad, me he atrevido a descorrer, con mono temblorosa, el velo que cubre este interior, para ejemplo de muchos, para reparación ofrecida a todos.
En la calle Noria, extrarradio de la Villa, vivía un matrimonio pobre. Él se llamaba Manuel; ella María del Rosario. Él era hortelano; ella una sencilla muchacha de servicio que, como tantas otras, salen de servir, camino del matrimonio. A él le gustaban los chascarrillos; ella era de mediana estatura y de carácter simpático y gracioso. Laboriosos. Sencillos. Y buenos cristianos. Después de lo comida, y al calor de la intimidad hogareña, se desgranaba el rosario a Nuestra Señora. Esta ha sido sana costumbre de nuestros antiguos hortelanos. Misa los domingos y el resto de la semana a trabajar, como manda la Biblia.
Don Ángel fue bautizado en la parroquia de la Asunción. Se le impuso el nombre del Santo del día.
PRIMERA COMUNION
Había un sacerdote en Priego, don José Morales, que celebraba su misa muy tempranito. Esta fue escogida por Don Ángel para hacer su primera comunión. Tendría once años. Recuerdo haberle oído a Don Ángel, como no se le borró nunca la imagen de aquel día. La madre le había hecho, con anterioridad, un trajecillo. Ya estaba un tanto deteriorado. (Como el de tantos niños pobres de nuestros tarsicios). Se lo lavó. Al despuntar la mañana, blanca mañana de primera comunión en que el sol nos mira con envidia, se lo puso, se colocó sus alpargatillas y volando a la iglesia. Desde esta fecha, repetiría con frecuencia, el abrazo de intimidad con Jesús Eucaristía.
CATEQUISTA SIEMPRE
Durante esta época vivía en el Santo Cristo. (No hay casa permanente para los pobres). Ni él ni sus hermanos asistieron a la escuela. El padre le había tomado pánico y no puso en ella a ninguno de sus hijos. ¿Cómo aprender a leer? Se ingenió, desde pequeño, para hacer el bien y hacérselo a sí mismo. Catequesis por escuela. Enseñanza mutua. Reunía a los muchachos del Santo Cristo en una habitación de su casa. Les enseñaba la doctrina. Aprendían a rezar. En recompensa estos muchachos le enseñaban a leer.
TRATO CON DIOS
Durante todo el año, en compañía de su abuela, frecuentaba, la iglesia. Iba con gusto. Don Antonio Aguilera, sacerdote, tenía sus ornamentos en la iglesia del Carmen. Allí celebraba la Santa Misa, celebraba los cultos o lo largo del año litúrgico y en tiempo de Cuaresma predicaba todos los días. Don Ángel no se perdía ningún sermón.
LLAMADA DE DIOS
¿En qué momento se sintió llamado al sacerdocio? Don Ángel no recuerda fecha exacta, desde niño se sintió llamado. «No encontraba quién me amparara» ?nos dice con sentimiento. En efecto, Don Ángel no encontró en su camino otro Don Ángel. Empezó o preparar su examen de ingreso en el Seminario, pero se negaban a darle carta de recomendación y certificado de buena conducta. Perdió su esperanza en lo humano, y decidió acudir de lleno al auxilio del cielo. Hizo una novena a la Virgen de la Salud, y consiguió ponerse en camino de Córdoba, para encontrar trabajo. Se dirigió Don Ángel a casa de los hermanos Lovera, donde estaba el Vicario de Priego. Está loco? le decía éste.
El impulso mayor a su vocación, se lo dio don José Serrano que ya estaba en el Seminario. Un domingo de mayo, mientras salía la procesión del Nazareno le encontró en el compás de San Francisco y le invitó a ver la salida de Jesús desde el balcón de la familia Bufill, la actual casa de doña Julia Usano. Le preguntó por su vocación y Don Ángel se puso loco de contento. Decidido a irse a Córdoba. Se despidió de don José y en el terrado de esta casa, lloró. Fueron lágrimas dulces, de gozo y alegría incontenibles.
SEÑAL DE CONTRADICIÓN
Después de esto, se enteraron los demás sacerdotes de sus aspiraciones, y llamando a las abuelas de Don Ángel, les dijeron que estaban en pecado mortal, y que no sería sacerdote nunca. Su deber era trabajar.
La causa de esta reacción era el convencimiento de que el sacerdocio era incompatible con su pobreza.
Empezó la prueba. En primer lugar lucha contra su ignorancia. Tuvo que independizarse de sus padres para asistir a la escuela. Sus abuelas le proporcionaban las comidas principales.
MARCHA A CORDODA
Don Antonio Aguilera, sacerdote, al despedirle, le regaló un duro en plata. En Córdoba, doña Carmen Montoro le socorría con ropas. Las monjas la comida pero sin asegurarle el pan. Éste lo compraba él. Ganaba cuatro duros al mes. Para pan, libros y demás gastos siempre venían escasos. En las parroquias se revestía de sacristán menor, con lo que ganaba tres pesetas.
Llegó a Córdoba con tres reales. Cuando se acabó el dinero se lo comunicó a las monjas. Éstas le sacaron un jergón. Alquiló una habitación en el actual Asilo de los Ancianos Desamparados, hasta que marchó el sacristán de Santa Ana y pudo él reemplazarle.
SERVICIO MILITAR
Después de dos años de estudio, servicio militar. Se dio de baja en la plaza para así estar más libre para los estudios. Se puso a servir y pudo estudiar en el Seminario de Cádiz donde le daban de comer y le trataban con bastante afecto.
REGRESA A CORDOBA
Don Ángel conserva gratos recuerdos de sus superiores, especialmente
del insigne don Miguel Blanco Romero, por muchos años secretario del Obispado. De los momentos más gratos recuerda Don Ángel el tiempo que estuvo interno en el Seminario. Ingresó como tal el 15 de octubre de 1911 y estuvo solamente seis meses. Antes de ingresar recibió las Órdenes menores, aunque no vistió traje talar ?era la costumbre? hasta la recepción del subdiaconado.
ÓRDENES MAYORES
En Navidad de 1911 recibió el subdiácono. Fue ordenado por un Obispo misionero de China. En semana Santa del año siguiente ?1912? recibió el diácono de manos de un arzobispo de Portugal que estaba desterrado en España. Y en las témporas de septiembre de aquel mismo año 21 a 23 de septiembre fue ordenado sacerdote por el arzobispo de Granada Messeguer y Costa porque el obispo de Córdoba había quedado ciego.
PRIMERA MISA
Don Ángel celebró su primera misa el dos de octubre de 1912 en la iglesia de San Pedro, ante la imagen de le Soledad. Era una promesa hecha a María, a raíz de su manifiesta intervención en el proceso de su vocación. Fueron sus padrinos D. Antonio y Dª. María Luisa Castilla. Predicó su primera misa Don Tomás Ortiz, coadjutor a la sazón en la parroquia de la Asunción.
PRIMER DESTINO
Una vez ordenado, se aficionó en Granada a las Escuelas del Ave María, obra benemérita de don Andrés Manjón. Allí estuvo algún tiempo unido a él. Le consultó su deseo de ser maestro, puesto que ya era sacerdote. Don Andrés asintió, pero puso como condición la residencia en Granada, Volvió Don Ángel a Córdoba para recabar el correspondiente permiso, pero el secretario del Obispado le comunicó que era imposible, porque le necesitaban en la Diócesis. Le dieron a elegir uno de estos dos destinos: coadjutor en Palenciana o párroco de Zagrilla y Esparragal. Optó por este último pues su madre se encontraba enferma en Priego. En Zagrilla estuvo cinco años y seis meses. Años de intensa labor pastoral, primicias de sus fervores sacerdotales: trato personal con los mayores, contacto diario con los pequeños y una sana apertura a todos los problemas. Después de tan larga estancia, pidió traslado, pero al Prelado no le pareció oportuno, puesto que gozaba de grandes simpatías en la aldea. Pero la providencia le iba a trasladar valiéndose de un medio inesperado: a consecuencia de una fractura en el brazo, escribió al Obispo pidiendo traslado a Priego para curarse aquí. Cambió su puesto con don Juan Vílchez que marchó a Zagrilla, quedando Don Ángel de Coadjutor todo el tiempo que duró su curación.
TRASLADO A BAENA
El año 1918 hubo concurso a parroquias, Entonces fue trasladado a Baena. Baena era entonces de los pueblos más descristianizados de la Diócesis
Frecuencia de sacramentos nula. Nadie recibía los últimos sacramentos. Pero a pesar de todo había hambre de religión, y de enseñanza, pese a los estragos del socialismo y al antagonismo de las clases sociales. ¿Solución? Una misa para niñas en lo iglesia de San Bartolomé, difusión de la prensa católica y la ilusión tronchada en flor, de unas escuelas del Ave María. No se desanimó y continuó asistiendo a las escuelas existentes, rifando, premiando y catequizando a los niños, que le recibían siempre con un jolgorio ensordecedor.
Estando su madre viva, Don Ángel había planeado su traslado a Carcabuey para estar más cerca de ella. Una vez muerta ya no insistió en el traslado. Salió de Baena cuando estaba ocupado en tantas obras de la gloria de Dios. Durante este tiempo cultivó algo las vocaciones, pero entonces no se protegían ni dentro ni fuera del Seminario.
CARCABUEY
Fue a Carcabuey el año 1919. Esta faceta de su labor pastoral está muy bien reflejada en el artículo del señor Alcalde de Carcabuey.
PRIEGO
Don Ángel vino a Priego el año 1932. Don Jerónimo Molina le propuso pidiese la Capellanía de Jesús Nazareno y la de la Adoración Nocturna recién fundada. El Sr. Obispo fue conforme con la propuesta de Don Ángel y por fin le tenemos en Priego
Desde entonces todos conocemos su labor. Está a la vista. No necesita panegírico ni exclamaciones ponderativas. Lenta, callada, perseverante labor educadora en todos las facetas que fueron siempre la ilusión de su vida. Por esto, a la altura de sus ochenta años, la vida de Don Ángel, plural y exuberante es un magnífico canto a la gloria de Dios.