© Enrique Alcalá Ortiz
esde la aparición del semanario prieguense Adarve a mediados del siglo XX, dos poetas con un claro sabor popular, crítico y jocoso publicaron en sus páginas numerosas composiciones, muchas de las cuales todavía colean en el recuerdo de los aficionados. Estos dos poetas fueron Manuel Muñoz Jurado y José Madrid Mira de Perceval. Cada uno con su estilo peculiar, pero con una clara intención: que el lector pasara un rato agradable cuando leyera su poema. Para ello se valían de la anécdota y la crítica de la vida cotidiana, usando una métrica de fácil estructura y lenguaje habitual.
José Madrid Mira de Perceval nació en Priego de Córdoba en el año 1900, recibiendo en su pueblo natal la educación elemental y media, trabajó en su juventud como representante y más tarde abrió establecimiento de tejidos en la calle Ribera que en su última etapa no le debió ir muy próspero.
Formó parte activa en la sociedad de su tiempo perteneciendo a muchas cofradías, como el Nazareno, Jesús en la Columna, Soledad y Dolores. En la Columna ayudó durante muchos años al montaje de los retablos de mayo y más tarde llegó a dirigirlos, y en la de los Dolores fue tesorero durante muchos años en la larga época que Eduardo Siles Luque ejerció de hermano mayor.
Perteneció al Casino de Priego. Allí nos lo encontramos votando a favor la propuesta de poner el nombre ?Alcalá-Zamora? a dicha institución, puesto que como muchos miembros de su familia mostraba su afinidad por Niceto Alcalá-Zamora y la República. Llegó a componer algunos poemas en defensa de este personaje y régimen de gobierno. Participó de una manera activa en la organización de los primeros recitales de música y danza que se organizaron desde el año 1948 y que dieron origen a los Festivales, diseñando en el primer año una gran concha para mejora la audición de recinto, entonces al aire libre.
Entre sus composiciones más nombradas podemos citar El Palacio Municipal, (donde critica el aspecto viejo de la caseta municipal que instalaban en el Paseíllo por la Feria de septiembre); Lozano aunque grueso muy Gallardo (cuenta en apretados versos el aspecto viejo de los uniformes de los empleados del Casino); Si te pica que te pique en razón está el dique (donde pone de manifiesto los momentos de crisis que pasa la hermandad de los Dolores del Calvario); Don Cornelio, Tango, Neurastenia, De Lavapiés ¿te enteras?; y Doña Anastasia, entre otras.
Todas sus composiciones las solía firmar con el seudónimo de Percy, con toda probabilidad derivado de Perceval, su último apellido.
Sufriendo una gran depresión, causada principalmente por problemas económicos, puso fin a su vida de una forma trágico-dramática y muy particular. Se fue al cementerio, se tumbó en la mesa de autopsias y allí se disparó un tiro en la cabeza.