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34. ENMEDIO HUERTA PALACIO
La calle donde se encuentra la ermita de Belén.
© Enrique Alcalá Ortiz
Como su nombre indica está en medio de la Huerta Palacio, casi podemos decir que la divide en mitad, formando una cruz con la calle Belén, quedando todas las demás calles del barrio en uno de los cuatro cuadrantes que forman en su cruce. Su nombre "Enmedio" es una deformación ortográfica como el de Enmedio Palenque, dos vías en las que la comodidad hizo unir sus nombres en las lápidas de las calles. Las dos están en medio de sus barrios. Tiene dos partes bien diferenciadas: desde su comienzo en la Ribera de Molinos donde presenta un gran desnivel, para dejarse caer cuando se tienen prisas si se va andando, y para pisar sin descuido los frenos del coche si te decides rodar por este tobogán natural. Después del cruce con la calle Belén, cambia el nivel, y lo que es precipicio, se convierte en suave llanura que te hace llegar sin agobios hasta el huerto Rondel, más tarde barrio de Jesús Nazareno, llamado popularmente Casas Baratas.
Como contraste a tanto negocio como hemos visto en las otras calles, en ésta no había ninguno, excepto la venta temporera de algunos productos del campo. Casas privadas ocupadas con vecinos que buscaban su vida como podían, la mayoría en el campo, como mi abuelo, y algún que otro empleado del Ayuntamiento o de la Hermandad de Labradores. Esto sería así, porque aquí estaba el negocio más grande: la ermita de Belén. Con ser pequeña, era grandiosa a nuestros ojos. No tiene barroco, ni grandes obras de arte, ni riquezas, ni hermosas imágenes esculpidas por famosos imagineros de la escuela granadina, ni es espaciosa, ni monumental, ni de gran altura, pues su espadaña se toca con una vara un poco larga. Es diminuta, con la gracia de un bebé, simple como una rosa, acogedora como una madre, blanca como un suspiro de canela, y era la nuestra que ya es bastante. Una fotografía de unos cristianos sin poder adquisitivo. Y en esto era importante, por su utilidad, no por su riqueza. Además, a la hora de destacar, es la única que tiene ese portal tan encantador en su rusticidad donde acoge al devoto y donde se celebraban las famosas migas que se comían los pastores de Belén, después de representar la Pastorá. La ermita y el pequeño ensanche de calle que tiene delante de su emplazamiento, fueron centro social del barrio, foco de luz, lugar de procesiones, entierros, rincoros y fiestas.
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