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SONETOS A LA CIUDAD DE PRIEGO
Carlos Muñiz Romero con pluma magistral canta a Priego, su Castillo, Adarve, calle Río, barroco, Sagrario de la Asunción, la Tiñosa,
CARLOS MUÑIZ ROMERO
SONETO A LA CIUDAD DE PRIEGO
La vieja Historia oscura desemboca
en el Mar y en la Luz. Mas, si fluía,
¿dejará sus meandros, su agonía,
sus cauces, su canción de boca a boca?
Cuando acabe la muerte y se abra el Día,
¿aún quedará agua en vilo en esta roca?
¿No habrá manar, fluir, gracia barroca
de espejos, curva, azar, melancolía?
Con la Historia asumida en trascendencia,
lo mismo que un mantel que se arrebata,
¿qué quedará de Priego y de su esencia?
Pues, nada ¿Y qué? Ya fue, en su caminata,
símbolo firma de esa contingencia
donde todo se cumple y desbarata.
NUDO Y CLAVO
Despliega Priego pliegues como un pavo
que de arco iris viene malherido
y todo es sesgo azul, verde el latido,
hieles y flamas y la miel del flavo.
Por como la defines, Priego es clavo,
te prende en prenda, aprendes, sorprendido,
todo el color que encajas y el quejido
de quien te hurgó y te ahonda y te hará esclavo.
Jaén, Granada, Córdoba y, en medio,
haciendo el nudo, Priego se concentra
y las traba de blanco y da la clave
de tanto seno y sino sin remedio;
pues nadie suelta el nudo, ni se encuentra
clavo o desclavador que la desclave.
CASTILLO DE PRIEGO
Que angelen marchas, taconazos, cruces,
parafernalias de los entorchados,
medallas, miedos, pues, desangelados,
callan los ecos de los arcabuces.
Fronteriza alcazaba en desmenuces
de piedras que han rodado como dados
con la fortuna desigual, soldados
de buena y mala gana alandaluces.
Y son los de Aguilar, los Calatrava,
los Muhamedes y los Alhamares,
Regimientos, Justicias y Concejos,
torres sin homenaje. Que así acaba
su rango de ajimeces y alminares,
eso que, estando encima, está tan lejos.
HOMBRE E N E L ADARVE
Desmoronado el muro, te divierte
que lo cope, triunfal, la enredadera
como un polvillo fiel de salvadera
que fija tu idea fija al contrafuerte.
Esa tristeza es eco de tu muerte
y eres feliz, dolido, a tu manera,
pues ahormas tu pena a una quimera
que no ha sido real por mala suerte.
El rango arrinconado en las alturas
vigila el llano, el río, las Angosturas
y algo que te defienda y te libere.
Hazle sitio a la paz, y que te escarbe,
igual que una raíz en el Adarve,
para que el corazón no desespere.
CALLE DEL RÍO
(para Cayetano, por nuestros libros)
Como era cauce, orilla, escollo a escollo,
ondulante la sierpe se insinúa,
en tanto, en tanta sombra, continúa
lo que fuera agualuz en el gorgollo.
Cuajan algunas casas el embrollo
del alarife, que remansa en zúa
un acarreo capaz y capicúa,
la ingenua gravedad del perifollo.
Tutti fruti, surtido, taracea,
puzzle, cócktail... y salga lo que sea
en esta arquitectura de esperanto.
Y, sin embargo, si la miras cerca,
de la Fuente del Rey a la Panduerca,
gozas la calle. Porque tiene encanto.
FILOSOFÍA BARROCA
¿Fue primero un tornillo, fue una tuerca?
¿La gallina o el huevo? ¿Un poderío
o el pedir tener jefe? ¡Qué extravío
de dilema, que aleja más que acerca!
Ni la Fuente, ni el río, ni la Panduerca,
ni el manantial, ni el socavón sombrío,
ni mar ni lluvia, inician este lío
del ciclo elemental en ronda terca.
Algo sagaz y previo al pensamiento,
un barrunto o sutil presentimiento
del misterio que ensaya con la vida,
se hace barroco en Priego y mundo sabio
donde el beso ha nacido antes que el labio.
Primero fue la pena que la herida.
CAPILLA BARROCA DEL SAGRARIO
(en su bicentenario, 1784-1984)
Duras barbas, rebordes, bordadura,
taracea de gloria endomingada,
astrales vilos, velos, balaustrada
que enmarca en torques terca arquitectura.
Roca y barroca, Priego aquí supura
sus derroches de yedra en la ochavada,
oh clave y clavo, esclava arrodillada
ante tan comedida desmesura.
Si es tan sencillo Cristo en un sagrario,
¿a qué tamaña jungla y geometría,
diedros tronchados, crenchas a lo loco?
¿O es que el juego de Priego es ser notario
de aquella exuberancia y armonía
con que Dios, al crear, se hizo barroco?
LA TIÑOSA
Jalonada a Morrión y Silla Baja,
tu alta cumbre, Tiñosa, se encabrita,
bosteza, abre su cueva, resucita
y le entra el cuerpo de su mole en caja.
A tu caída, un olivar ultraja
la plenitud y al estertor invita,
tocón getsemaníaco, marchita
suma de siglos, siglas en mortaja.
Historias y picachos hacia Rute,
Buitrera, Horcón, cabildo que discute,
moro, jardín, ruina, espantos quietos,
sueños que fueron y en las sombras vagan
como esta niebla ahora en que se apagan
rescoldos de Valverdes y Nicetos.
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