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NEPTUNO (y otros poemas)
A la memoria de Remigio del Mármol. "... Es un arte de privilegio, de nobleza de nervios, de aristocracia instintiva". Ortega y Gasset.
JOSÉ SOLDADO G.
NEPTUNO
I
De tu mano amadora, de la umbría,
de la estancia final y pertinente,
del amor a tu pueblo y a su gente,
de la liza bucólica y tardía
surgió Neptuno, fiero no, al día,
blanco más que aquel liquido corriente
que tanto envidia el que de sal rugiente
luces no bebe en cálida armonía.
Y Anfítrite, la bella pescadora,
la desierta beldad entre sus fuentes,
el agua goza y goza la mañana
y, entre los faunos que a Cubero mientes,
inclina a resurgir ya vencedora,
diosa frágil, álgida, temprana.
LA FUENTE DEL REY ENTRE EL OCASO Y LA ALBORADA
La noche se avecina lentamente
sobre los caños huecos el destino
de más de cuatro siglos de camino:
hacia la mar el agua de la fuente.
Despierta el lirio en su fulgor silente
se adormece la luz en suave trino;
el dios del agua busca en el endrino
algún destinatario del tridente.
Mundo de faunos, fauces y misterio,
fieras salvajes, sórdida mirada,
dioses de piedra en dulce refrigerio;
es el festín del arte, la algarada,
el sueño más humano, sahumerio,
el fin de otrora noche: la alborada.
EL DUENDE DE LA VILLA
Un duenda es un ser libre que Dios quiso
pudiera ser canción, ya un alma humana,
o un agua azul que de la tierra mana
para frescura de aquel paraíso.
Mira el clamor del agua; lo preciso,
lo saltarín, que bulle tramontana
bajo la piedra, desde la mañana,
salvaje Partenón, agraz friso.
Poner puertas al campo y hasta allende
llegar, encarcelando un bello duende,
es como hacer de un persa Trabisonsa.
Deja al duende a su aire, que sea libre,
no me seas genio de mayor calibre
del necesario que te corresponda.
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