OPINIÓN Pintura
POVEDANO, UN PAISAJE ESBOZADO. (Por Jesús Alcaide. "El Día de Córdoba"). 15-09-2008
Antonio Povedano
| La muerte siempre llega por sorpresa, mucho más si hablamos de un artista con tanta vitalidad y empuje como Antonio Povedano (Alcaudete, 1918 - Córdoba, 2008). Cuando apenas comenzaba la temporada de exposiciones en la ciudad, el mundo del arte contemporáneo en Córdoba se ha visto sacudido por una nefasta noticia para todos aquellos que, como Antonio Povedano, creemos en el potencial crítico y actual del arte y su capacidad para transformar el mundo y una ciudad demasiado anclada en el pasado como es la nuestra. Cuando allá por los años cincuenta Povedano comenzaba a introducirse en el mundo del arte, lo hizo desde dos vertientes que mantuvo a lo largo de toda su vida; por un lado ejerciendo su propio trabajo como artista y contribuyendo con él a un desarrollo personal de su trabajo que lo llevaría por la senda de diversas tendencias pictóricas, y por otro lado, y quizás para muchos la más importante, sirviendo como potenciador y difusor de las nuevas manifestaciones artísticas contemporáneas, que desde los cincuenta venían poniendo color a una España todavía teñida por los grisáceos matices de la posguerra, a través de su labor como director de diversas salas de exposiciones de la ciudad, como director de la Escuela de Arte Mateo Inurria y, cómo no, de ese proyecto que ilusionó sus últimos días, los cursos de paisaje de Priego de Córdoba, localidad a la que siempre irá vinculado su recuerdo. Iniciado en la pintura en la década de los cuarenta, es ya en los cincuenta cuando el progreso y sus contradicciones comienzan a interesar a un joven artista que se adhiere a los postulados de una abstracción de naturaleza poscubista que, aprendida en los talleres de Vázquez Díaz, le une a una corriente constructiva de la pintura por la que abogan pintores como Canogar, Gerardo Rueda, Eusebio Sempere o el propio Equipo 57. Dentro de esta corriente, Povedano es, en palabras de Carlos Areán, el único representante del rayonismo, una tendencia proveniente de la descomposición del constructivismo ruso que en Povedano quedó fuertemente marcada en su futuro dentro del campo de la vidriera. Pasados estos años de éxito, que lo llevan a exponer en la XXIX Bienal de Venecia de 1958 junto a Saura, Millares, Chillida, Tapies o Guinovart o en la V Bienal de Sao Paulo, contribuyendo a la difusión de una España que avanzaba en la modernización a pesar de los desmanes del esquema político y tecnocrático del franquismo, se abre en Povedano y otros artistas de su momento una brecha que les lleva a interesarse de una forma critica por el contexto histórico y social del país. Pasada esta etapa constructiva, el expresionismo irrumpe de lleno en su pintura fruto de una necesidad interior por abandonar las líneas y ángulos, ya desdibujados, de su etapa interior, y entregarse al goce del sentimiento y la pasión, camino que desembocará ya en los sesenta en ese cajón de sastre que fue llamado nueva figuración y del que Antonio Povedano participó con obras que aún hoy nos siguen sorprendiendo por su fuerza como son los cuadros de los Picadores y los dedicados al mundo del flamenco, otra de sus grandes pasiones que supo compaginar con el arte de los pinceles. Y finalmente en este breve paisaje esbozado sobre el recuerdo y la trayectoria de Antonio Povedano, ya avanzaba que fue su figura como introductor de las corrientes contemporáneas en la pintura a través de las primeras muestras de arte contemporáneo de la ciudad en 1953 y 1959 en el Círculo de la Amistad y la Sala Municipal de Arte (labor continuada en la sala Céspedes y la galería Liceo, donde a través de la colaboración con la galería Juana Mordó expusieron los grandes nombres de la pintura del momento), un elemento reseñable que lo conectaba con las jóvenes generaciones de artistas, más aún desde el inicio de sus cursos de paisaje al aire libre en Priego de Córdoba, que fueron un balón de oxígeno para su pintura y una oportunidad para que muchos se acercasen por primera vez a ese arte contemporáneo que aún muchos hoy siguen cuestionando desde tribunas, y del que Antonio Povedano no sólo fue un importante artista sino un defensor: impulsor de su progreso a través de una apuesta por las nuevas manifestaciones artísticas. En una semana en la que comienza a hacerse realidad un proyecto ilusionante para la ciudad como es el Centro de Creación Contemporánea de Córdoba, desaparece una de las figuras que hicieron posible que a día de hoy estemos hablando de arte contemporáneo desde estas líneas. Curiosa coincidencia del destino que se lleva a un artista que nunca desaparecerá, pues no sólo nos quedan sus recuerdos, alguna charla en inauguraciones de exposiciones..., sino también su legado artístico, el testamento de un hombre que siempre apostó por hacer de Córdoba una ciudad contemporánea.
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