Halagar a aquellas personas que acceden a cualquier cargo público, político o no, sin más interés que el de prestar un servicio a la ciudadanía es un acto de justicia cívica, pero, por contra y desgraciadamente, más han sido las veces las que hemos tenido que desdeñar públicamente y sin tapujos a aquellas otras que acceden a los mismos mediante el engaño y la demagogia sólo y exclusivamente en su propio beneficio. Desgraciadamente, hoy día en política no encontramos con bastantes más caraduras que de los otros.
Andalucía, por su especial trayectoria sociológica a lo largo de los siglos, ha sido una región fácilmente manipulable desde el punto de vista político. El voto campesino y de las clases menos favorecidas era comprado en metálico durante los siglos XIX y XX por los caciques liberales de entonces. Hoy día, éste mismo voto, que desgraciadamente sigue en venta, se sigue comprado a partir de subsidios, enchufes, favoritismos y demás prebendas por los que se han dado en llamar los nuevos "caciques democráticos", sólo que ahora con dinero público y no privado. Si a ello le unimos que estos nuevos caciques cuenta con unos medios de comunicación que para sí hubieran querido aquellos caciques liberales, ha bastado para que en nuestra querida Andalucía la alternativa política haya brillado por su ausencia, momento que ha sido aprovechado por políticos sin escrúpulos -los nuevos amos- para beneficiarse de la situación.
El caciquismo de los siglos XIX Y XX pudiera ser hasta comprensible dada la época, pero el que hoy día se siga manteniendo el mismo clientelismo es algo tan anacrónico que sólo tiene cabida en la mente y en el bolsillo de sus promotores. ¿Dónde está aquel espíritu revolucionario que impregnaba a la izquierda española en los albores de nuestra democracia? ¿Qué nos queda de aquella izquierda idealista que pretendía acabar con un sistema dictatorial para implantar un estado democrático y social? ¿Qué queda de aquella izquierda soñadora que pretendía acabar con la corrupción en la Administración del Estado? Incomprensiblemente, ahora resulta que aquellos revolucionarios de entonces son los "nuevos caciques" de ahora, los mismos dan vigencia a la frase de Vázquez Montalbán "Contra Franco vivíamos mejor".
Partidos como el PSOE o el Partido Comunista -hoy día inmerso en esa coalición mal
llamada Izquierda Unida y que nadie sabe muy bien cuáles son sus fines -otrora firmes defensores de los valores democráticos y de los intereses de los trabajadores, hoy día son el mejor caldo de cultivo para que tanto sus dirigentes como los limpiahombreras que los rodean estén haciendo su "agosto" a costa del bolsillo de los ciudadanos. Paradójicamente, estos revolucionarios de entonces llevan décadas enteras anclados en el poder "defendiendo" lo intereses de los trabajadores, pero, eso sí, sin trabajar y con unas remuneraciones a costa del ciudadano que para sí quisieran esos trabajadores a los que dicen defender. Si a esto le unimos unos partidos opositores incapaces de hacer ver al electorado -quizás porque comparten los mismos objetivos que aquellos-el fraude electoral y económico del que están siendo objeto, el resultado no puede ser más desperanzador.
Como no podía ser de otra manera nuestro municipio no ha sido una excepción sino un
claro ejemplo de todo lo contrario. Durante estos casi treinta años de "democracia municipal" hemos visto cómo personas, no ya los propios dirigentes, sino militantes, simpatizantes o, simplemente, afines al PSOE (o a sus jefes locales) se han visto favorecidas en todos los ámbitos, algunas de ellas, incluso, incrementando su patrimonio hasta límites insospechados gracias a una política municipal desde todo punto de vista irresponsable consecuencia de una forma de gobierno que piensa más en el voto que les mantiene en el poder que en los intereses generales de los ciudadanos.
Resulta ya incluso hastioso hablar de nombres concretos de nuestra vida municipal que a lo largo de nuestra reciente vida democrática han utilizado al Ayuntamiento u otras instituciones similares tanto para su propia promoción como para la de sus allegados.
La política es el único refugio que le queda al inepto para conseguir su promoción, precisamente por el rechazo que en el mercado laboral provoca esta ineptitud. Por ello, cuando un inepto entra en política obviamente lo hace con la única pretensión de sacar provecho, bien sea económicamente, bien sea socialmente o, lo que es más común, de ambas cosas a la vez.
Pero esa ineptitud no resulta gratuita a la ciudadanía sino todo lo contrario. Día tras día se vienen sucediendo determinados asuntos municipales que ponen a los ciudadanos en la tesitura de decidir si la ineptitud política es sinónima de corrupción, si la corrupción política es una consecuencia directa de esta ineptitud o, simplemente, si la ineptitud es la consecuencia directa de la miopía política que sufren estos ineptos.
Recientemente ha vuelto a salir a relucir el famoso tema de la "plaza" de la Puerta Granada, una de las mayores cacicadas del gobierno de Tomás Delgado, que se intentó remediar en la medida de lo posible en la legislatura anterior y que ahora vuelve atener continuidad, como no podía ser de otra manera, tras la prolongación tomasista del Ayuntamiento, encarnada ?propiamente dicho-en la actual alcaldesa Encarnación Ortiz. Desde el punto de vista arquitectónico esta "plaza" no es más que un cajón de cemento que rompe con cualquier planteamiento urbanístico medianamente admisible. Desde el punto de vista económico, y de prosperarla reclamación llevada a cabo por la empresa adjudicataria de su construcción, este "cajón de cemento" de mil trescientos metros cuadrados al final le costará a las arcas municipales nada menos que la nada despreciable suma de dos millones de euros, es decir, más de trescientos cincuenta millones de las antiguas pesetas. Un claro ejemplo de cómo hoy día se sigue llevando a efecto la compra de votos por estos nuevos caciques mediante la manipulación y la demagogia y, sobre todo, con el despilfarro de las arcas municipales. Lo que sí hay que reconocer a estos ineptos políticos es que han sabido desviar la cuestión de fondo, es decir, que la opinión de los ciudadanos debata sobre el binomio de "plaza sí o plaza no" en lugar de que se discuta sobre qué turbios negocios llevaron al Ayuntamiento de entonces a permutar este solar sin salida comercial alguna por otro situado en un sitio privilegiado como es el Llano de la Sardina y con unos costes adicionales de trescientos mil euros.
4020 Veces vista.