ROSARIO DEL MAR BALLESTEROS GUERRERO
De los ángeles del Cielo
Dios eligió al mejor,
y sin cambiarle de nombre
en Priego nos lo dejó.
Como del Cielo venia,
no tenía capital,
sólo un alma bendita
para entregar a los demás.
Quiso ser sacerdote
y, así mejor comprender
a los que padecen y sufren
por Cristo no poseer.
Una señora de Priego
un poquito le ayudó,
y él, con mucho entusiasmo
al Seminario marchó.
Allí estudió con esmero
para poder aprender
a salvar muchas almas
y a Dios así obedecer.
Por fin se ordenó sacerdote
y su primera Misa cantó,
muchos besaron sus manos
con cariño y emoción.
Vestido con larga sotana
las calles de Priego andaba,
pidiendo para los pobres
y hasta su comida les daba.
Los niños corrían gustosos
para sus manos besar,
y él los acariciaba
con mucha dulzura y bondad.
!!Sed sacerdotes de Cristo!!,
les decía con emoción,
porque si sois sacerdotes
sabréis llegar hasta Dios.
La misa en S. Francisco,
don Ángel a diario decía,
y los fieles muy devotos
a escucharla allí acudían.
Priego nunca le olvida
por su vida ejemplar,
y su tumba en San Francisco
no paran de visitar.
¡Quiera Dios que su semilla
llegue a fructificar![1]
[1] Adarve, II Época. Año VIII. Número 172. 1 de julio de 1983. Página 12.